De turismo gastronómico por... Ávila

Alexandra H. Gail
Hoy, desde Diario Femenino te queremos llevar a descubrir los encantos de la gastronomía abulense. Ávila, esa ciudad tan medieval como renacentista, mezcla que la hace tan mágica, tan religiosa, tan colmada de tradiciones arraigadas desde hace siglos. Famosa por la gran cantidad de iglesias que marcan su arquitectura en relación al número de habitantes, y famosa por ser una de las pocas ciudades que conserva prácticamente intacta la muralla que antaño la protegía de las invasiones.

Y es que la ubicación que tiene esta bonita ciudad la convertía muy a menudo en punto estratégico entre guerra y guerra. No es de extrañar, Ávila se sitúa a 1.182 metros de altura, es la capital de provincia más alta de España. De hecho, de ahí le viene el nombre a la ciudad... Los vetones, primeros moradores de estas tierras castellanas, la llamaron Óvila, que quiere decir 'monte alto'. Pero esto de ser un enclave defensivo, llevaba a la ciudad a ser víctima de continuas despoblaciones...

Hasta el siglo XVI. En 1085, tras la conquista del reino de Toledo, Alfonso VI encomendó la tarea de repoblar Ávila, -entre otras ciudades de la que era la Extremadura Castellana-, a su yerno, el conde Don Raimundo de Borgoña. Comenzó entonces a gestarse la personalidad que caracteriza hoy a la ciudad de Ávila. Según cuentan las Crónicas del momento, cinco años después de la conquista, en 1090, se inicia la construcción de las famosas murallas, que según algunos investigadores se realizó sobre los restos de una muralla anterior... Esta gran obra, precisamente por eso, por su magnitud, y por los pocos habitantes que entones poblaban la ciudad, no culmina hasta el siglo XII, un siglo de esplendor para Ávila.

Las murallas de Ávila. Foto:GTres

Y mírala ahora, después de tantos siglos, sigue siendo uno de los principales atractivos de la ciudad, visita obligada: las Murallas de Ávila. Recorrer dos kilómetros y medio de perímetro, ver las nueve puertas y las tres poternas abren enormemente el apetito. Te hemos dicho que Ávila era conocida por sus murallas y por el número de iglesias en relación a sus habitantes, pero Ávila también es conocida por el gran número de establecimientos hosteleros en relación al número de habitantes, lo que la convierte en la ciudad perfecta para hacer gastroturismo.

Legumbres y ternera 'con denominación de origen'


Se alaba de Ávila la calidad de sus legumbres, mención especial se merecen las judías de Barco de Ávila o las alubias y los garbanzos de la Moraña. Y también se la valora mucho por ser una de las provincias 'asaderas' de la península con más renombre. Así, es famoso su cochinillo o tostón asado, pero uno de sus productos estrella es el chuletón de ternera. Y si vas en época de matanza, no dejes de probar el lomo y el chorizo de olla. Todas estas carnes deben ir acompañadas de un buen vino. En Ávila no existe ninguna denominación de origen, pero aún así te recomendamos que pidas vinos de la tierra, como el de Cebreros o el Tiemblo.

Mucha variedad gastronómica, sí, pero si tenemos que hablar del plato estrella de Ávila nos tenemos que alejar de todo lo que hemos mencionado... La receta por excelencia abulense es la de las patatas revolconas: patatas rojas, de las altas tierras de la provincia, cocidas y machacadas aderezadas con pimentón y torreznillos.

Santa Teresa, responsable de traer las patatas a Ávila


Y si tenemos que buscar el origen de las patatas machaconas no nos podemos ir tan lejos como los orígenes medievales de la ciudad. Los pobres obreros que construyeron las murallas no podían saciarse con éste exquisito manjar, ni el pimentón ni las patatas habían llegado aún a España a principios del siglo XII. Así que si queremos saber quiénes fueron los primeros en comer este plato abulense tendremos que viajar hasta el siglo XVI.

patatas revolconas
Tanto el pimentón como la patata llegaron primero a la península y luego al resto de Europa de manos de los colonos que regresaban de las Américas. Cólon patentó en su diario el pimentón el 15 de enero de 1493. Pero la patata llegó mucho después. Los colonos la trajeron a España a mediados del siglo XVI, pero no la comían aún, simplemente la veían como algo curioso. Hasta 1571, cuando comenzaron los grandes periodos de hambruna, en España nadie había probado este tubérculo. Los primeros en hacerlo fueron las gentes pobres de Sevilla, y dado el éxito, pronto Sevilla se colmó de estas plantas de flores blancas, alivio para el hambre, exquisito manjar.

De Sevilla, la patata viajó directamente a Ávila, y el producto se extendió gracias a la santa mano de Teresa de Cepeda y Ahumada, Santa Teresa de Jesús o Teresa de Ávila para los amigos, patrona de esta ciudad que la vio nacer y crecer. Y sabemos que se extendió gracias a su santa mano porque la propia Teresa, como muestra de agradecimiento, envió una carta a la abadesa del Convento del Carmen de Sevilla, con fecha del 19 de diciembre de 1577, que rezaba lo siguiente: "Jesús sea con vuestra reverencia siempre, mi hija. La suya recibir, y con ella las patatas y el pipote y siete limones. Todo vino muy bueno, mas cuesta tanto el traer, que no hay para qué me envié vuestra reverencia más cosa ninguna, que es conciencia".

Y como en Ávila eran y son muy de echar pimienta a todos los alimentos, es muy posible que fuese en el convento de esta Santa donde se gestase la idea de las patatas revolconas... De lo que están seguros los historiadores es de que este producto tiene un origen muy humilde, y algunos apuntan a que tiene un origen pastoril. Desde luego fue durante largo tiempo la comida de los más pobres...

Yemas de Ávila. Foto:Tamorlan

Las Yemas de Ávila


Si el plato estrella son las patatas revolconas, el postre estrella de Ávila son sus Yemas. Yemas de huevo dulce, únicas, que según dicen muchos historiadores tienen un origen monacal, las monjas las elaboraban antes de la Reforma Carmelita, y que se hizo muy popular durante la vida de la Santa.

Pero hoy en día, los expertos hosteleros no apuestan por este origen, sino por uno más cercano. Muchos afirman que las Yemas comienzan a fabricarse en las pastelerías hace tan sólo 130 años, y más concretamente en la de Don Isabelo Sánchez, cuya pastelería aún hoy sigue abierta, conocida por el nombre de 'La Flor de Castilla'. Sólo allí fabrican las Yemas de Santa Teresa, en el resto las sirven bajo la denominación de Yemas de Ávila. Sea como sea, nos quedaremos con la intriga sobre su origen...

De lo que no cabe duda es que, a día de hoy, en Ávila se respira un aire teresiano por los cuatro costados. Por eso, si quieres visitar la ciudad y hacerte partícipe de toda su gastronomía, te recomendamos que lo hagas durante las fiestas de su patrona. Es en torno al 15 de octubre cuando se celebran las fiestas en honor a Santa Teresa. Momento especial en la ciudad, cuando podrás compartir su tradición religiosa y comer unas buenas patatas revolconas... ¡Y que no se te olvide traer de recuerdo para tus seres queridos unas Yemas de Santa Teresa!

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