Cómo protegerte de un mal jefe
En teoría la función de un buen jefe es motivar, apoyar y conducir a los empleados para lograr sacar de ellos la máxima productividad y la mayor calidad en su trabajo. Pero en la práctica es difícil ser un buen jefe y muchos ven a las personas que tienen a su cargo como competidores o enemigos.
Cuando nuestro superior es uno de esos malos jefes no nos queda más remedio que defendernos psicológicamente ante tal situación para que llegar cada día al trabajo no se convierta en una batalla constante.
Cómo actuar ante un mal jefe
Lo primero que debes hacer para protegerte es conocer bien a tu jefe. La información es poder. Si sabes por dónde cojea, sabrás cómo actuar. Hay directivos con un ego desmesurado, con ansias por ascender, mentirosos, con un carácter manipulador o con oídos solo para lo que quieren oír.
De cualquiera de las formas, algo que nunca debes hacer es competir con él o atacarle directamente. Eso no hará sino abrir una guerra en la que tiene más opciones de ganar. Si está cegado por lograr otro puesto u objetivo, intenta no interponerte en su camino.
Lo más sensato es centrarte en tus funciones y rutinas diarias. Cuando tratamos con malos jefes echamos de menos el apoyo, el reconocimiento o el respeto, pero empecinarnos en lo malo de nuestra situación no nos solucionará el problema. Por el contrario, hacer bien nuestro trabajo nos reportará una gratificante sensación y, el día de mañana cuando topemos con otro superior o cambiemos de trabajo, estaremos perfectamente rodadas y al día.
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