Microorganismos contra el envejecimiento

Saúl C. Montaño Quintanilla
En la Antigüedad era difícil encontrar a un persona que pasara de tercera o cuarta década de vida. Tales eran los riesgos a enfermar, accidentarse o morir violentamente, que la etapa que hoy conocemos como vejez, adultez mayor o tercera edad era casi desconocida.

Hoy la esperanza de vida ha crecido ostensiblemente y tenemos reales posibilidades de rebasar los 80 años. Y lo más importante, con buena salud.

Microorganismos contra el envejecimiento
Recientes estudios aseguran que llegada cierta edad, justamente esa en la que algunos aseguran que volvemos a la infancia, no sólo empeoran los hábitos alimentarios, sino que además se altera el ecosistema intestinal, lo que favorece la mala absorción de nutrientes tan importantes como el calcio o las vitaminas B y D, por ejemplo.

Microorganismos para digerir y asimilar los nutrientes


Y es que en nuestro intestino viven más de 100 billones de microorganismos que nos ayudan a digerir y asimilar los nutrientes. Nuestro bienestar depende en gran medida de este "compacto" de bacterias que nos habita. Algunas de esas bacterias beneficiosas nos ayudan a sintetizar activamente las vitaminas y a asimilar determinados azúcares, como el xilano y la celobiosa, presentes en las manzanas y zanahorias, por ejemplo. Además sirven de barrera ante el ataque de gérmenes patógenos, y protegen al organismo de los efectos negativos generados por los desechos de la digestión o provenientes de otras bacterias patógenas que se tornan realmente dañinas y causan diarreas, gastroenteritis o enfermedades más serias como el cáncer de colon.

Aunque esa microflora no se ha descrito totalmente todavía, sí se sabe que varía según la edad y eso justifica la batalla de los nutricionistas por encontrar alimentos más atractivos y específicos para cada grupo etáreo y particularmente para los ancianos a quienes parecen ser muy convenientes los llamados alimentos probióticos, prebióticos y simbióticos.

Los alimentos simbióticos son los que combinan los probióticos -bacterias vivas que refuerzan la flora intestinal- con los prebióticos -fibras solubles presentes en frutas y hortalizas que colaboran en la actividad intestinal al ser sustrato de las bacterias que allí viven-.

Los especialistas aseguran que estos tipos de alimentos fortalecen el sistema inmunológico, inhiben los cánceres de colon y vejiga, optimizan la acción de los tratamientos que curan la hipercolesterolemia y mejoran la biodisponibilidad de hierro y zinc, entre otros minerales.

Claro que estos descubrimientos abren nuevas brechas de mercado y los alimentos que reúnen estas características se venden entonces a un precio mayor. Pero la salud no tiene precio, y mientras no llegue la utopía de que el hombre solo produzca lo que sea para bien, haga un esfuerzo y lleve solo salud a su mesa.

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