La historia del baño, una práctica saludable
Los mejores consejos sobre higiene
Uno de los inventos más transcendentes en materia de salud pública fue, sin dudas, hacer del baño una práctica diaria. Entre sus mayores defensores estuvo el entonces príncipe regente inglés, más tarde Rey, Jorge IV, quien instaló un cuarto de baño en sus estancias de Brighton.
La bañera, exclusiva para los hombres, se llenaba con una mezcla de agua caliente y leche con semillas de lino (linaza) para suavizar la piel.
Con la llegada al trono de la reina Victoria, el baño dejó de ser un privilegio masculino y las tinas de agua se extendieron más allá de las cortes europeas.
Finalmente el hábito del baño diario llegó incluso a las casas más humildes, pero aún conservaba el estigma patriarcal de que en la tina -que solo se llenaba una vez pues el agua era un recurso escaso y caro- y primero se metían los hombres, luego las mujeres y finalmente los niños y ancianos.
Afortunadamente esos hábitos han cambiado, como también se eliminaron los prejuicios que otrora existían frente a las cremas para la piel y otros recursos cosméticos.
Unos doscientos años atrás solo se calificaba de respetable un toque de agua de colonia y el cutis se protegía con velos verdes (decían que el color blanco atraía los rayos del sol) y sombreros de alas anchas. Hoy existen lociones y tónicos para las distintas partes del cuerpo, cremas hidratantes, exfoliantes, antiarrugas y protectores solares y el agua corre por las tuberías cristalina y fresca.
1- El baño en ducha es más saludable que el baño en tina, particularmente para las mujeres y niñas en las que la anatomía de la vagina y la uretra las hace más propensas a infestarse con hongos y bacterias que viven en el agua. Además, con la ducha se ahorra agua.
2- No apliques jabón directamente sobre la piel, puede resecarla; es preferible usar una esponja o hisopo que además ayudará a remover las células muertas.
3- Es importante cuidar la temperatura del agua; es preferible fría que muy caliente pues ésta última afecta la piel y los folículos pilosos.
4- Cuando te bañes, intenta hacerlo sin prisa, dejando que el agua diluya o arrastre las preocupaciones y tensiones del día.
La bañera, exclusiva para los hombres, se llenaba con una mezcla de agua caliente y leche con semillas de lino (linaza) para suavizar la piel.
Con la llegada al trono de la reina Victoria, el baño dejó de ser un privilegio masculino y las tinas de agua se extendieron más allá de las cortes europeas.
Finalmente el hábito del baño diario llegó incluso a las casas más humildes, pero aún conservaba el estigma patriarcal de que en la tina -que solo se llenaba una vez pues el agua era un recurso escaso y caro- y primero se metían los hombres, luego las mujeres y finalmente los niños y ancianos.
Afortunadamente esos hábitos han cambiado, como también se eliminaron los prejuicios que otrora existían frente a las cremas para la piel y otros recursos cosméticos.
Unos doscientos años atrás solo se calificaba de respetable un toque de agua de colonia y el cutis se protegía con velos verdes (decían que el color blanco atraía los rayos del sol) y sombreros de alas anchas. Hoy existen lociones y tónicos para las distintas partes del cuerpo, cremas hidratantes, exfoliantes, antiarrugas y protectores solares y el agua corre por las tuberías cristalina y fresca.
Consejos para un baño saludable
1- El baño en ducha es más saludable que el baño en tina, particularmente para las mujeres y niñas en las que la anatomía de la vagina y la uretra las hace más propensas a infestarse con hongos y bacterias que viven en el agua. Además, con la ducha se ahorra agua.
2- No apliques jabón directamente sobre la piel, puede resecarla; es preferible usar una esponja o hisopo que además ayudará a remover las células muertas.
3- Es importante cuidar la temperatura del agua; es preferible fría que muy caliente pues ésta última afecta la piel y los folículos pilosos.
4- Cuando te bañes, intenta hacerlo sin prisa, dejando que el agua diluya o arrastre las preocupaciones y tensiones del día.
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