Diagnóstico y tratamiento de los tumores de ovario
La gran mayoría de los tumores ováricos son asintomáticos, lo cual retarda y dificulta el diagnóstico. En ocasiones, el debut puede asumir las proporciones de un cuadro de abdomen agudo quirúrgico, sobre todo en los casos complicados con la torsión del tumor.
Cuando esto sucede, la sintomatología es confusa y puede aparecer con frecuencia, además del intenso cuadro doloroso, nauseas y/ó vómitos, semejando una apendicitis. Si existe antecedente de amenorrea u otro tipo de trastorno menstrual y sobre todo cuando la mujer adolescente ya ha iniciado relaciones sexuales, es obligado el diagnóstico diferencial con un embarazo ectópico.
En la gran mayoría de los casos el diagnóstico de la masa ovárica aparece como un hallazgo durante el transcurso de un examen físico rutinario. Generalmente se detecta una masa tumoral en el abdomen inferior, móvil y frecuentemente indolora, que puede o no acompañarse de antecedentes de trastornos menstruales, sensación de pesantez en bajo vientre y en algunas ocasiones distensión abdominal, cuando esta última aparece deberá pensarse siempre en la posibilidad de la rotura de un quiste.
Los teratomas, un tipo de tumor de origen embrionario, ocupan el primer lugar entre las neoplasias de ovario diagnosticadas durante la adolescencia y entre mujeres jóvenes. Generalmente se manifiestan como tumoraciones quísticas y benignas.
La ultrasonografía pélvica se encuentra entre las investigaciones principales para el diagnóstico de las tumoraciones ováricas, su inocuidad, bajo costo y capacidad de resolución la hace insustituible, sobre todo en el diagnóstico diferencial de las masas pélvicas.
La laparoscopía se utiliza como complemento de la ultrasonografía, con vistas a llegar a un diagnóstico de certeza, tiene la ventaja adicional de permitir tomar muestras para biopsia, así como realizar evaluación evolutiva antes y después de establecida una terapéutica.
Dada la relativamente elevada frecuencia de los quistes dermoides durante la adolescencia, el examen radiológico (Rx de Abdomen Simple) resulta de utilidad, pues en estos casos permite evidenciar zonas de calcificación, así como presencia de huesos y dientes que son característicos de esta tumoración. También algunos exámenes contrastados resultan de utilidad para demostrar compresión de las vías urinarias ó digestivas en ciertos y determinados casos.
Cuando se sospecha la utilidad de un tumor funcionante se debe indicar dosificaciones hormonales e incluso pruebas cromosómicas o careotipos para auxilio en el diagnóstico diferencial.
Por último, enfatizamos la utilidad de las técnicas imagenológicas sofisticadas desarrolladas en los últimos años para el diagnóstico y clasificación de estas tumoraciones, siendo la topografía axial computarizada y la resonancia magnética cuando están disponibles de gran valor. No puede olvidarse la anamnesis exhaustiva y el examen físico cuidadoso, que no pueden ser sustituidos por ningún tipo de prueba diagnóstica.
La conducta a seguir salvo muy raras excepciones es la escisión o separación quirúrgica del tumor. La técnica a emplear estará en dependencia de su localización y tipo histólogo, así como del estadio y características generales de la paciente. En el caso de tumores malignos debe complementarse la resección del tumor con tratamiento por radiaciones, citostáticos u otra variante de quimioterapia, siempre en dependencia de sus características.
Párrafo aparte merece el manejo de las masas quísticas ováricas en la perimenarquia, en estos casos se debe tomar siempre una conducta conservadora, pues en no pocas ocasiones el intervencionismo ha sido responsable de castraciones injustificadas que han traído como consecuencia la afectación permanente de la salud reproductiva e integral de estas pacientes.
Finalmente queremos enfatizar que con el avance y desarrollo de la cirugía endoscópica o de mínimo acceso se han abierto nuevas perspectivas, tanto en el diagnóstico como en el abordaje terapéutico de los tumores. Su bajo costo y ser poca invasiva hacen de este proceder un recurso de inestimable valor en el estudio y tratamiento de estas entidades.
Cuando esto sucede, la sintomatología es confusa y puede aparecer con frecuencia, además del intenso cuadro doloroso, nauseas y/ó vómitos, semejando una apendicitis. Si existe antecedente de amenorrea u otro tipo de trastorno menstrual y sobre todo cuando la mujer adolescente ya ha iniciado relaciones sexuales, es obligado el diagnóstico diferencial con un embarazo ectópico.
En la gran mayoría de los casos el diagnóstico de la masa ovárica aparece como un hallazgo durante el transcurso de un examen físico rutinario. Generalmente se detecta una masa tumoral en el abdomen inferior, móvil y frecuentemente indolora, que puede o no acompañarse de antecedentes de trastornos menstruales, sensación de pesantez en bajo vientre y en algunas ocasiones distensión abdominal, cuando esta última aparece deberá pensarse siempre en la posibilidad de la rotura de un quiste.
Los teratomas, un tipo de tumor de origen embrionario, ocupan el primer lugar entre las neoplasias de ovario diagnosticadas durante la adolescencia y entre mujeres jóvenes. Generalmente se manifiestan como tumoraciones quísticas y benignas.
Diagnóstico de los tumores de ovario
La ultrasonografía pélvica se encuentra entre las investigaciones principales para el diagnóstico de las tumoraciones ováricas, su inocuidad, bajo costo y capacidad de resolución la hace insustituible, sobre todo en el diagnóstico diferencial de las masas pélvicas.
La laparoscopía se utiliza como complemento de la ultrasonografía, con vistas a llegar a un diagnóstico de certeza, tiene la ventaja adicional de permitir tomar muestras para biopsia, así como realizar evaluación evolutiva antes y después de establecida una terapéutica.
Dada la relativamente elevada frecuencia de los quistes dermoides durante la adolescencia, el examen radiológico (Rx de Abdomen Simple) resulta de utilidad, pues en estos casos permite evidenciar zonas de calcificación, así como presencia de huesos y dientes que son característicos de esta tumoración. También algunos exámenes contrastados resultan de utilidad para demostrar compresión de las vías urinarias ó digestivas en ciertos y determinados casos.
Cuando se sospecha la utilidad de un tumor funcionante se debe indicar dosificaciones hormonales e incluso pruebas cromosómicas o careotipos para auxilio en el diagnóstico diferencial.
Por último, enfatizamos la utilidad de las técnicas imagenológicas sofisticadas desarrolladas en los últimos años para el diagnóstico y clasificación de estas tumoraciones, siendo la topografía axial computarizada y la resonancia magnética cuando están disponibles de gran valor. No puede olvidarse la anamnesis exhaustiva y el examen físico cuidadoso, que no pueden ser sustituidos por ningún tipo de prueba diagnóstica.
Tratamiento de los tumores de ovario
La conducta a seguir salvo muy raras excepciones es la escisión o separación quirúrgica del tumor. La técnica a emplear estará en dependencia de su localización y tipo histólogo, así como del estadio y características generales de la paciente. En el caso de tumores malignos debe complementarse la resección del tumor con tratamiento por radiaciones, citostáticos u otra variante de quimioterapia, siempre en dependencia de sus características.
Párrafo aparte merece el manejo de las masas quísticas ováricas en la perimenarquia, en estos casos se debe tomar siempre una conducta conservadora, pues en no pocas ocasiones el intervencionismo ha sido responsable de castraciones injustificadas que han traído como consecuencia la afectación permanente de la salud reproductiva e integral de estas pacientes.
Finalmente queremos enfatizar que con el avance y desarrollo de la cirugía endoscópica o de mínimo acceso se han abierto nuevas perspectivas, tanto en el diagnóstico como en el abordaje terapéutico de los tumores. Su bajo costo y ser poca invasiva hacen de este proceder un recurso de inestimable valor en el estudio y tratamiento de estas entidades.
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