Papanicolaou, aliado centenario contra el cáncer
El cáncer es, desde hace mucho, uno de los grandes desafíos lanzados al saber médico. La manera en que compromete la calidad de vida de los pacientes y su comportamiento epidemiológico, poco selectivo y caprichoso, se ha tornado en verdadera obsesión para los hombres de ciencia. Muchos han convertido esta batalla en algo personal y en ella han empeñado su propia vida.
Uno de esos médicos apasionados en la lucha contra el cáncer, en particular el cérvico uterino, fue el griego George Nicolas Papanicolaou quien gracias a sus múltiples estudios consiguió idear un método de diagnóstico que a pesar de sus casi 100 años de existencia -los primeros datan de 1917- continua siendo esencial para la detección precoz del cáncer de útero.
Este estudio -bautizado como su creador, Papanicolaou, y también llamado prueba citológica- se basa en la observación al microscopio de las células que integran el tejido que cubre la vagina y la superficie externa e interna del cuello del útero, zonas todas que viven un continuo proceso de renovación.
El proceder actual -toma de muestras directas- es casi el mismo que el diseñado por el médico griego, aunque los avances tecnológicos en instrumental ginecológico, de laboratorio y para la toma de muestras, permiten resultados cada vez más certeros
La prueba citológica tiene el propósito de detectar precozmente un tipo de cáncer que si bien tiene síntomas de alerta, como sangrados o hemorragias inusuales, secreciones o dolores en la zona del vientre, la mayoría de las veces pasa inadvertido.
La toma de la muestra debe realizarse ante personal entrenado para ello y requiere sólo de pocos minutos que pueden traducirse en años de salud y óptima calidad de vida para las mujeres. Es recomendada a todas las mayores de 18 años, y a las que siendo menores a esta edad tengan vida sexual activa. También debe aplicarse a quienes se encuentran en la etapa del climaterio o ya la han superado.
Una citología bien realizada también permite diagnosticar otras infecciones en los genitales femeninos causadas por hongos, bacterias, parásitos o virus (algunas de los cuales son las precursoras del cáncer antes mencionado), así como saber el nivel de hormonas sexuales con las que cuenta la paciente y si sus ovarios producen los óvulos necesarios para la fecundación.
Uno de esos médicos apasionados en la lucha contra el cáncer, en particular el cérvico uterino, fue el griego George Nicolas Papanicolaou quien gracias a sus múltiples estudios consiguió idear un método de diagnóstico que a pesar de sus casi 100 años de existencia -los primeros datan de 1917- continua siendo esencial para la detección precoz del cáncer de útero.
Prueba citológica contra el cáncer
Este estudio -bautizado como su creador, Papanicolaou, y también llamado prueba citológica- se basa en la observación al microscopio de las células que integran el tejido que cubre la vagina y la superficie externa e interna del cuello del útero, zonas todas que viven un continuo proceso de renovación.
El proceder actual -toma de muestras directas- es casi el mismo que el diseñado por el médico griego, aunque los avances tecnológicos en instrumental ginecológico, de laboratorio y para la toma de muestras, permiten resultados cada vez más certeros
La prueba citológica tiene el propósito de detectar precozmente un tipo de cáncer que si bien tiene síntomas de alerta, como sangrados o hemorragias inusuales, secreciones o dolores en la zona del vientre, la mayoría de las veces pasa inadvertido.
La toma de la muestra debe realizarse ante personal entrenado para ello y requiere sólo de pocos minutos que pueden traducirse en años de salud y óptima calidad de vida para las mujeres. Es recomendada a todas las mayores de 18 años, y a las que siendo menores a esta edad tengan vida sexual activa. También debe aplicarse a quienes se encuentran en la etapa del climaterio o ya la han superado.
Una citología bien realizada también permite diagnosticar otras infecciones en los genitales femeninos causadas por hongos, bacterias, parásitos o virus (algunas de los cuales son las precursoras del cáncer antes mencionado), así como saber el nivel de hormonas sexuales con las que cuenta la paciente y si sus ovarios producen los óvulos necesarios para la fecundación.
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