Linfoma: en qué consiste este cáncer y cómo hacerle frente
El linfoma, o tumores sólidos de la sangre, es una enfermedad del sistema linfático que provoca la muerte a unas 200.000 personas cada año. Su diagnóstico tardío puede tener consecuencias fatales en seis meses, y es que es muy difícil detectar esta enfermedad en sus inicios, pues sus síntomas, como cansancio, inflamación de los ganglios linfáticos y fiebre, pueden confundirse fácilmente con los de otras dolencias sin importancia.
Qué es el linfoma
El linfoma es una proliferación maligna de las células defensivas del sistema inmunitario. Generalmente se produce en los ganglios linfáticos pero a veces también afecta a otros órganos como el tubo digestivo, el hígado, el bazo, el pulmón o la médula ósea. La principal consecuencia del linfoma es pues, que se produce un fallo en el sistema inmunitario.
En ocasiones el linfoma se detecta porque los ganglios linfáticos aumentan de tamaño y aparecen en zonas visibles como el cuello, axilas o ingles, pero otras veces los ganglios dañados están en el interior de nuestro cuerpo y no se perciben hasta que aparecen otros síntomas, como fiebre, cansancio o pérdida de peso.
Conviene aclarar que no todos los ganglios que aumentan de tamaño son linfoma, sino que pueden ser debido a una infección o a alguna otra enfermedad, por lo que el especialista realizará una biopsia para salir de dudas.
Tipos de linfoma
Hay diferentes tipos de linfoma, pero fundamentalmente se dividen en dos grandes grupos: el linfoma Hodking, o enfermedad de Hodking, que supone el 20% de los casos Y el linfoma no Hodking, dividiéndose este a su vez en 30 grupos según el tipo de célula implicada en la enfermedad.
También se clasifica el linfoma según el pronóstico de recuperación en linfoma indolente, agresivo o altamente agresivo. El linfoma indolente crece muy lentamente y no se aconseja ningún tratamiento hasta que se hayan desarrollado los síntomas, de hecho pueden pasar años hasta que la enfermedad presente algún problema para el paciente. Por el contrario, el linfoma agresivo y el altamente agresivo se desarrollan muy rápidamente, pero con el tratamiento adecuado el paciente puede superar la enfermedad.
Tratamiento
El tratamiento del linfoma se basa fundamentalmente en los ciclos de quimioterapia y radioterapia, aunque en ocasiones se hace necesario un trasplante de médula. Estos tratamientos se suelen acompañar de otros más innovadores como la aplicación de anticuerpos monoclonales, que actúan directamente contra el tumor o las vacunas contra los linfomas, que se suelen utilizar en las primeras fases de la enfermedad.
Para que el tratamiento funcione es necesario hacer un diagnóstico preciso y completo acerca de qué tipo de linfoma se padece. Así se podrá decidir el tratamiento más adecuado, teniendo en cuenta que es uno de los tumores que más alternativas terapéuticas tiene.
Aún así, en este 15 de septiembre, que es el Día Mundial del Linfoma, queremos pedir una responsabilidad mayor para la detección precoz del linfoma, ya que el diagnóstico tardío es la principal causa de mortalidad para los que padecen esta enfermad. No nos olvidamos tampoco de la necesidad de seguir investigando nuevos tratamientos y de descubrir las causas que producen el linfoma así como el motivo por el que la incidencia de esta enfermedad va en aumento.
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