El teatro como terapia, la moderna catarsis

Victoria C. Moreno

A todas nos suena la palabra "catarsis", que, según el Diccionario de la Real Academia, se trata del "efecto que causa la tragedia (el teatro) en el espectador al suscitar y purificar la compasión, el temor u horror y otras emociones". Si en vez de ser meras espectadoras de la tragedia, es decir, del teatro, somos capaces de convertirnos en protagonistas, estaremos practicando lo que se viene a llamar 'teatroterapia' o 'terapia del teatro'.

No obstante, hay que distinguir entre una y otra disciplinas para entender mejor de lo que estamos hablando y, así, sacarle el máximo partido a una de las tendencias en psicología más audaces, pero que, sin embargo, goza de una amplia aceptación y un gran reconocimiento en el sector.

Teatroterapia y terapia del teatro

Por un lado, la teatroterapia es una de las más novedosas asignaturas que se ofrecen en las carreras universitarias relacionadas con la psicología, en las que se toma esta disciplina como una terapia de intervención en la que las protagonistas son las técnicas teatrales que el ser humano lleva desarrollando desde hace milenios, pues se han producido representaciones teatrales desde que el hombre es hombre.

Con este trabajo, y sobre todo en ambientes educativos o enfocados a la rehabilitación, se persigue la resolución de situaciones conflictivas, así como de problemas personales por medio de recursos creativos, que ayudan al paciente en el arduo camino del conocimiento interior propio.

Por otro lado, y en ámbitos digamos más relajados, la terapia del teatro nos puede ayudar de forma poderosa en diversos problemas o trastornos de una manera divertida y amable, quizá menos envarada que una terapia psicológica al uso.

Los éxitos de la teatroterapia

Por lo general, los recursos teatrales dirigidos a la terapia tienen como objetivo la relajación y la introspección, es decir, el conocerse a una misma por medio de sencillas técnicas teatrales, como pueden ser el desarrollo de diversos personajes que encarnen las distintas facetas de la emocionalidad humana. Así pues, reír, llorar, enfadarse, etc. de una forma "artificial" puede llegar a descubrirnos esa parte de nosotras que tanto nos cuesta demostrar o, en su caso, controlar.

La terapia teatral puede ser muy positiva y puede lograr grandes éxitos en los siguientes campos: mejora de la autoestima; desarrollo de habilidades sociales, como hablar en público, entablar conversaciones con soltura o vencer la timidez; superación de procesos depresivos, a partir de la valoración de la propia persona y del reconocimiento de los otros; fomento de la creatividad, en cuanto que la creación de los personajes pone en funcionamiento esta faceta a veces tan olvidada de nuestras vidas, acallada en muchas ocasiones por la rutina y la falta de motivación; y por último, aunque quizá lo más importante, enseñarnos a reír, incluso de nosotras mismas, jugar y disfrutar con el juego, dejarse llevar por la niña oculta que habita en lo más profundo de nuestra vida interior y que tantas veces se ignora.

En definitiva, se trata de tomar conciencia de nosotras mismas a través de una manera divertida y diferente, creativa, sin ambages y en un ambiente de libertad absoluta. Sin duda una buena alternativa a otras terapias más tradicionales.

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