Siento que todo me da igual, ¿es preocupante?

Qué hacer ante una situación en la que absolutamente todo ha dejado de importarte

Laura Sánchez, Filóloga
Revisado por Natalia Pedrajas, Psicóloga
En este artículo
  1. Cuando todo te da igual
  2. Por qué tienes la sensación de que te da igual todo 
  3. Qué hacer cuando no te importa nada

Hay dos estados de ánimo muy contradictorios que a veces llegan de la mano el uno del otro. Puede que le des vueltas a todo, que estés removiendo las preocupaciones a fuego lento y que te agobies por todo. De pronto un día te das cuenta de que has llegado al otro extremo, sientes que todo te da igual, que nada vale la pena, que no tiene sentido y te quedas así a la espera de no se sabe qué. Pero no estás feliz, no es que los problemas te resbalen, es que la propia vida se va resbalando sin que tú puedas disfrutarla. ¿Es preocupante cuando sientes que todo te da igual?

Cuando todo te da igual

No es que tu vida haya dado un giro inesperado, aunque es cierto que no te esperabas sentirte así, con esa desgana, con esa apatía, con esa falta de motivación. Es como si nada te importase realmente, como si nada en tu vida fuera significativo y, claro, no eres capaz de ilusionarte con nada. Todo te da igual.

Y no le encuentras explicación o causa concreta a ese estado porque puede que no te esté agobiando ningún problema importante. Puede incluso que lo tengas todo para ser feliz, pero tú no te sientes así. Es más, no sientes nada, ni alegría, ni pena. ¿Se te habrá apagado el interruptor de las emociones? Sea como sea, todo te aburre, no hay nada que te incite a actuar, a salir, a divertirte. La inercia se ha apoderado de ti y lo que haces, lo haces con el piloto automático.

Ese desinterés por la vida no es preocupante cuando te ocurre un día pero al siguiente recuperas tu vida. Sin embargo, si es tu estado habitual desde hace unas semanas, será mejor que investigues en tu interior, que hagas un ejercicio de introspección para hacerte una idea de qué te está ocurriendo y, por qué no, también puedes ir al psicólogo. ¿O acaso haber perdido interés por la vida no es un motivo de peso para buscar ayuda?

Por qué tienes la sensación de que te da igual todo 

Pero, ¿por qué te da todo igual? ¿Qué ha ocurrido para que tengas ese desinterés generalizado? ¿Por qué nada te conmueve ni te mueve por dentro? Hay algunas causas para este estado y son más habituales de lo que nos gustaría.

+ Depresión

Cuidado porque este desinterés por todo puede ser el primer indicio de que estás sufriendo una depresión. La depresión no se presenta con un cartel identificativo y antes de que te la puedan diagnosticar sufres determinadas señales de alarma. El desinterés es una de ellas, pero también la indefensión aprendida, esa sensación de incapacidad para salir de tu propia situación y afrontar los retos de la vida, la tristeza angustiosa sin motivo aparente, el abatimiento, la lentitud motora, el sentimiento de culpabilidad o incluso la sensación de desorientación.

+ Crisis vital

Hablan de la crisis de los 40, pero lo cierto es que una crisis vital puede ocurrir en cualquier momento. Crisis vital o crisis de identidad, llámalo como quieras, pero refleja ese momento en el que te sientes estafada por la vida, que no es lo que esperabas, que no encuentras sentido a la vida o que, directamente, tu interior te pide a gritos un cambio drástico.

+ Emociones desagradables intensas

Muchas veces después de una situación traumática o dolorosa puede aparecer esa apatía u otras emociones desagradables intensas. Una ruptura de pareja, quedarte sin empleo o la muerte de un ser querido son situaciones difíciles de las que se sale, por supuesto, pero, ¿cómo sales? Los duelos hay que hacerlos, hay que respetarlos y muchas veces intentamos que una situación dolorosa no nos afecte demasiado. Aparentamos fortaleza, pero a costa de no prestar atención a nuestras emociones intensas porque no queremos que nos desborden. Y eso, antes o después, acaba siendo un gran atragantamiento emocional difícil de gestionar.

+ Rumbo equivocado

Hay veces en las que crees que todo está mal, que te has equivocado de lugar, de trabajo, de pareja o incluso de familia. Que sientes que estás en el lugar y el momento equivocados, que no debiste tomar ese rumbo en la vida. Y el vértigo que sientes es tan grande que en lugar de moverte para intentar llegar a un momento de tu vida más acorde contigo, te quedas paralizada en la apatía. No sirve de nada, ya es tarde para actuar, piensas.

Qué hacer cuando no te importa nada

Y resulta que nunca es tarde. Así que si todo te da igual, lo primero que tienes que hacer es querer cambiar esa situación. ¿Cómo? Has desconectado con tu interior, por eso sientes esa desgana, esa apatía. E insistimos, nunca es tarde para volver a conectar con tu esencia.

+ Ir al psicólogo

La propuesta de ir al psicólogo es la primera opción por el riesgo de depresión si esa apatía se mantiene en el tiempo. No tengas miedo ni vergüenza por cuidar tu salud mental como cuidas tu salud física. Al fin y al cabo, un psicólogo es un especialista, el que necesitas en estos momentos de desorientación para recuperar el rumbo.

Acudir a terapia no solo te servirá para mantener alejado un trastorno como la depresión, también te ayudará a superar determinadas situaciones vitales que creías superadas pero que no lo están tanto. Y de paso, puedes conocerte mejor a ti misma, mejorar tu autoestima y hacer acopio de herramientas para los momentos difíciles. Visto así, no parece tan mala idea ir al psicólogo, ¿verdad?

+ Escuchar tus emociones

Para conectar con tu interior vas a tener que prestar más atención a tus emociones. ¿Te da miedo sufrir?, ¿emocionarte intensamente? Por supuesto, pero tal vez en tu búsqueda interior descubras la diferencia entre dolor y sufrimiento. Tal vez descubras cómo reestructurar tus emociones para que el dolor, que es inevitable en la vida, no te lleve al sufrimiento. Es posible, créenos.

Tampoco pienses que ya es demasiado tarde para desarrollar tu inteligencia emocional, no lo es en absoluto. Esas emociones que consideramos negativas y que tanto te incomodan no son tan malas como parecen porque te ayudan a descubrir quién eres, lo que quieres y lo que no quieres. No hay que mirar a la tristeza, a la ira o a la angustia con temor, al fin y al cabo, no van a estar siempre ahí. Las emociones van cambiando según los estímulos y según la atención que les prestes.

+ Buscar un propósito

Y una vez que te conozcas mejor es hora de recuperar la motivación y el sentido por la vida. La vida no tiene interés si no le das un significado o un propósito. Y eso es algo que tienes que hacer tú. Muchas veces dejamos que ese propósito vital lo marque la sociedad, nuestra familia o nuestra pareja y lo cierto es que se trata de algo muy personal.

Si te has dejado llevar por las circunstancias sin atender a lo que de verdad tiene sentido para ti, es normal que te encuentres en ese estado de apatía. Busca qué es eso que te saca una sonrisa, qué te aporta vitalidad, esa actividad que despierta en ti la emoción de la curiosidad. Piensa: si no tuvieras las limitaciones que crees que tienes, ¿qué te gustaría estar haciendo ahora? Tal vez no lo puedas hacer, vamos a ser realistas. Pero eso te ayudará a recuperar poco a poco la perspectiva, a darte cuenta de que sí hay cosas que te pueden hacer ilusión, a reconocer aquellas cosas que sí te motivan y que son las que te permitirán salir de ese estado.

Y recuerda, si ahora mismo todo te da igual, estás en el momento ideal para transformar tu vida. Muchas veces después de ese periodo de abatimiento es cuando llega un nuevo renacer.

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