Portishead y Arcade Fire conquistan el Festival Internacional de Benicàssim
Portishead y Arcade Fire han conquistado esta noche el Festival Internacional de Benicàssim (FIB) con una travesía entre la hipnosis colectiva y la energía incontenible que permanecerá para siempre en la memoria de este universo sonoro, que el próximo año cumplirá la mayoría de edad.
Dos estrenos en el escenario principal y dos propuestas radicalmente opuestas, una de estremecedor intimismo y otra de rock de estadio, pero válidas ambas por su respectiva aportación de talento y felicidad a un festival que ha batido su récord de asistencia con más de 200.000 personas durante cuatro días.
El de Arcade Fire era una de las actuaciones más esperadas en el FIB desde 2004, año de su debut con "Funeral", y los canadienses, consecuentes con esta expectación, han cedido a todos los reclamos de un público enganchado a la épica contemporánea de su sonido.
Una familia de ocho músicos entusiasmada sobre el escenario que contagia su diversión y su energía a los "fibers", disfrutando desde los primeros compases, con "Ready to Start", e irremisiblemente entregados al final, con "Neighborhood 3".
Y en el bis, la catarsis. El líder de la formación, Win Butler, ha reclamado un coro de 50.000 personas para "cantar tan fuerte" que pudieran preguntarse a lo lejos "qué demonios" sucedía ahí, y la respuesta ha sido "Wake up", todo un himno generacional.
Pero el FIB ya está acostumbrado a estos feroces conciertos en mayor o menor medida, con mejor o peor suerte. Sin embargo, no está tan habituado a los shows espectrales, rebosantes de profundidad y talento, como el que ha ofrecido Portishead, que desde 1994 lleva componiendo la música que se escuchará en 2050.
Beth Gibbons y la milimétrica instrumentación del resto de la banda Bristol han convertido al público en un ejército de zombies que movían la cabeza de un lado para otro, al son de los designios de "la voz".
Los "fibers" -con mayoría treintañera en esta parada- han apreciado los acordes clásicos de "Silence" y "Hunter", se han sobrecogido con la distorsión de "Wandering Stars", y han cantado intensamente el trip hop de "Roads", single que en 1997 elevó el sonido alternativo a una nueva dimensión.
Al final, un abrazo colectivo de la gran dama del pop a los pies del escenario con un auditorio estigmatizado por "We carry on".
Han tardado 17 años en venir, justo los que tiene el FIB, pero desde hoy forman parte de historia de este recinto, que aún intenta encajar una dosis de tan buena música en sus sencillos esquemas de diversión.
Horas antes, la tarde ha comenzado con una pequeña fiesta "indie" organizada por los mallorquines Antonia Font y su colorista forma de entender la música, plasmada en canciones como "Wa Yeah", que mantienen al festival como un lugar alegre y luminoso hasta la llegada de la noche con sus macrobandas y sus aglomeraciones.
También ha destacado el rock con tintes americanos de la banda gallega Catpeople, que regresa de una larga gira por Europa constatando que en este país también se pueden hacer buenos discos cantando en inglés.
El FIB toca sus últimos acordes. Han sido cuatro jornadas con más de cien grupos y solistas que han borrado los sinsabores de la edición pasada y han extendido una alfombra que conduce directamente hacia los 18 años del festival musical más importante de España.
Dos estrenos en el escenario principal y dos propuestas radicalmente opuestas, una de estremecedor intimismo y otra de rock de estadio, pero válidas ambas por su respectiva aportación de talento y felicidad a un festival que ha batido su récord de asistencia con más de 200.000 personas durante cuatro días.
El de Arcade Fire era una de las actuaciones más esperadas en el FIB desde 2004, año de su debut con "Funeral", y los canadienses, consecuentes con esta expectación, han cedido a todos los reclamos de un público enganchado a la épica contemporánea de su sonido.
Una familia de ocho músicos entusiasmada sobre el escenario que contagia su diversión y su energía a los "fibers", disfrutando desde los primeros compases, con "Ready to Start", e irremisiblemente entregados al final, con "Neighborhood 3".
Y en el bis, la catarsis. El líder de la formación, Win Butler, ha reclamado un coro de 50.000 personas para "cantar tan fuerte" que pudieran preguntarse a lo lejos "qué demonios" sucedía ahí, y la respuesta ha sido "Wake up", todo un himno generacional.
Pero el FIB ya está acostumbrado a estos feroces conciertos en mayor o menor medida, con mejor o peor suerte. Sin embargo, no está tan habituado a los shows espectrales, rebosantes de profundidad y talento, como el que ha ofrecido Portishead, que desde 1994 lleva componiendo la música que se escuchará en 2050.
Beth Gibbons y la milimétrica instrumentación del resto de la banda Bristol han convertido al público en un ejército de zombies que movían la cabeza de un lado para otro, al son de los designios de "la voz".
Los "fibers" -con mayoría treintañera en esta parada- han apreciado los acordes clásicos de "Silence" y "Hunter", se han sobrecogido con la distorsión de "Wandering Stars", y han cantado intensamente el trip hop de "Roads", single que en 1997 elevó el sonido alternativo a una nueva dimensión.
Al final, un abrazo colectivo de la gran dama del pop a los pies del escenario con un auditorio estigmatizado por "We carry on".
Han tardado 17 años en venir, justo los que tiene el FIB, pero desde hoy forman parte de historia de este recinto, que aún intenta encajar una dosis de tan buena música en sus sencillos esquemas de diversión.
Horas antes, la tarde ha comenzado con una pequeña fiesta "indie" organizada por los mallorquines Antonia Font y su colorista forma de entender la música, plasmada en canciones como "Wa Yeah", que mantienen al festival como un lugar alegre y luminoso hasta la llegada de la noche con sus macrobandas y sus aglomeraciones.
También ha destacado el rock con tintes americanos de la banda gallega Catpeople, que regresa de una larga gira por Europa constatando que en este país también se pueden hacer buenos discos cantando en inglés.
El FIB toca sus últimos acordes. Han sido cuatro jornadas con más de cien grupos y solistas que han borrado los sinsabores de la edición pasada y han extendido una alfombra que conduce directamente hacia los 18 años del festival musical más importante de España.
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