Fito y Fitipaldis cierra su gira 'Antes que cuente diez' con broche de oro en Madrid
Sin dramas ni llantos, con la alegría del rock por bandera, Fito y Fipaldis pusieron un hermoso colofón a su gira 'Antes de que cuente diez', que anoche congregó a más de 15.000 personas en el Palacio de los Deportes de Madrid.
El grupo liderado por Adolfo Cabrales derrochó entusiasmo y buen hacer en un concierto singular. Tras un año largo recorriendo España de punta a punta, los Fitipaldis llegaron a la capital para dar carpetazo a un tour memorable.
Decenas de ciudades y más de 500.000 espectadores han dado legitimidad a la propuesta de Fito, cuya mayor victoria no es otra que parir canciones de consumo fácil, aptas para toda clase públicos y edades.
No había más que echar un rápido vistazo al aspecto del recinto deportivo para llegar a la misma conclusión: los pijos más recalcitrantes bailaban junto a las "chonis" de extrarradio, y entre ambos dejaban hueco para hippies, rockeros, modernetes o cualquier grupo social que uno pueda imaginarse.
La primera canción devino en catarsis colectiva. Se desconoce qué tripa remueve 'Antes de que cuente diez', pero fue sonar sus primeros acordes y contemplar una escena de alegría desbordada, con abrazos por doquier y besos para los más afortunados.
Productor afamado, músico superlativo y mano derecha de Fito, el guitarrista Carlos Raya mostró una hiperactividad desconocida en 'Un buen castigo', pieza coronada de forma magistral por el Hammond de Joserra Semperena.
"Hoy va a ser un buen concierto, ¡estoy seguro!", exclamó Fito antes colocar el primer pitillo de la noche en el mástil de su guitarra. Con el amuleto en sus sitio, el cantante llevó a cabo una estupenda interpretación de 'Por la boca vive el pez', seguida de 'Me equivocaría otra vez' y 'Viene y va'.
El carácter virtuoso de los Fitipaldis está fuera de dudas, y a fe que estos músicos insisten en demostrarlo cada vez que agarran sus instrumentos. El problema surge cuando esa excepcional capacidad se usa de forma desmedida, incurriendo en una cierta tendencia a alargar las canciones en exceso.
Hubo algunos instantes en que se habría agradecido un poco más de agilidad, pero no es menos cierto que se trata de un aspecto inherente a esta formación. Todo queda al servicio de la pausa y el deleite.
"¡Carlitos, que es el último!", le espetó Fito a Raya en los compases iniciales de 'Como pollo sin cabeza', a la que siguieron 'Todo a cien', 'Corazón oxidado' y la romántica balada 'Donde todo empieza'.
El cantante bilbaíno reclamó la presencia de Lichis en 'Siempre estoy soñando', se dio a la ingesta de alcohol a bajo precio con 'Whisky barato' y homenajeó a Roberto Iniesta con su particular versión de 'Deltoya'.
Una vez declamadas las penas del 'Soldadito marinero', Fito recordó "Qué necesario es el rock&roll" y se dejó llevar por la nostalgia con 'Al cantar', la pieza que mantiene vivo el legado de Plateró y Tú. "Nos vamos, pero juro que pronto volveremos", aseguró Fito a todos los presentes, que disfrutaron con las notas del 'Qué te voy a decir' elegido para clausurar la velada.
El grupo liderado por Adolfo Cabrales derrochó entusiasmo y buen hacer en un concierto singular. Tras un año largo recorriendo España de punta a punta, los Fitipaldis llegaron a la capital para dar carpetazo a un tour memorable.
Decenas de ciudades y más de 500.000 espectadores han dado legitimidad a la propuesta de Fito, cuya mayor victoria no es otra que parir canciones de consumo fácil, aptas para toda clase públicos y edades.
No había más que echar un rápido vistazo al aspecto del recinto deportivo para llegar a la misma conclusión: los pijos más recalcitrantes bailaban junto a las "chonis" de extrarradio, y entre ambos dejaban hueco para hippies, rockeros, modernetes o cualquier grupo social que uno pueda imaginarse.
La primera canción devino en catarsis colectiva. Se desconoce qué tripa remueve 'Antes de que cuente diez', pero fue sonar sus primeros acordes y contemplar una escena de alegría desbordada, con abrazos por doquier y besos para los más afortunados.
Productor afamado, músico superlativo y mano derecha de Fito, el guitarrista Carlos Raya mostró una hiperactividad desconocida en 'Un buen castigo', pieza coronada de forma magistral por el Hammond de Joserra Semperena.
"Hoy va a ser un buen concierto, ¡estoy seguro!", exclamó Fito antes colocar el primer pitillo de la noche en el mástil de su guitarra. Con el amuleto en sus sitio, el cantante llevó a cabo una estupenda interpretación de 'Por la boca vive el pez', seguida de 'Me equivocaría otra vez' y 'Viene y va'.
El carácter virtuoso de los Fitipaldis está fuera de dudas, y a fe que estos músicos insisten en demostrarlo cada vez que agarran sus instrumentos. El problema surge cuando esa excepcional capacidad se usa de forma desmedida, incurriendo en una cierta tendencia a alargar las canciones en exceso.
Fito recordó cuán necesario es el Rock
Hubo algunos instantes en que se habría agradecido un poco más de agilidad, pero no es menos cierto que se trata de un aspecto inherente a esta formación. Todo queda al servicio de la pausa y el deleite.
"¡Carlitos, que es el último!", le espetó Fito a Raya en los compases iniciales de 'Como pollo sin cabeza', a la que siguieron 'Todo a cien', 'Corazón oxidado' y la romántica balada 'Donde todo empieza'.
El cantante bilbaíno reclamó la presencia de Lichis en 'Siempre estoy soñando', se dio a la ingesta de alcohol a bajo precio con 'Whisky barato' y homenajeó a Roberto Iniesta con su particular versión de 'Deltoya'.
Una vez declamadas las penas del 'Soldadito marinero', Fito recordó "Qué necesario es el rock&roll" y se dejó llevar por la nostalgia con 'Al cantar', la pieza que mantiene vivo el legado de Plateró y Tú. "Nos vamos, pero juro que pronto volveremos", aseguró Fito a todos los presentes, que disfrutaron con las notas del 'Qué te voy a decir' elegido para clausurar la velada.
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