Juan José Ballesta se hace animal en 'Entrelobos'
La historia de Marcos Pantoja, el niño cordobés que se crió en los bosques de Sierra Morena sin contacto con el ser humano, es rescatada en "Entrelobos", la nueva película de Gerardo Olivares, que se estrena el viernes y supone la vuelta al cine de Juan José Ballesta y el descubrimiento de Manuel Camacho.
"La gente va a flipar. Cuando me vean, van a decir: ¡es un salvaje!", reconoce a Efe el todavía recordado como "El Bola" que apunta maneras con este papel sin apenas diálogos y secundado por Carlos Bardem, Sancho Gracia y Álex Brendemühl.
Ballesta vuelve hecho un hombre. "Yo no me veo ya como un niño. Sigo siendo un chaval, tengo 23 años, pero ya me considero una persona adulta", reconoce. Él, instintivo y poco ortodoxo, ha vivido con intensidad el rodaje en contacto con la naturaleza y la oportunidad de meterse en la piel de ese niño que fue vendido por su padre en los años sesenta para trabajar con un cabrero en el Valle del Silencio y pasó doce años de su vida perdido en el bosque hasta que fue apresado por la Guardia Civil.
"He sido un lobo, prácticamente", añade. "Los llamas y vienen, pero como los fuerces, no los tocas más". Con el fin de alcanzar esa complicidad con los animales, Ballesta, como el pequeño Manuel Camacho (que a sus 10 años asume la gran carga dramática de la película) contó con la ayuda del protagonista real de la historia, que cierra la película reencontrándose con los lobos. "Es un tío genial, supermajo, no tiene maldad. Ha pasado su vida en el campo, no conocía la sociedad hasta muy 'palante'. Me ha enseñado desde coger grillos a cómo llamar a los lobos, cómo estar, cómo moverte", asegura Ballesta.
El pequeño Manuel, que fue seleccionado por Gerardo Olivares entre más de quinientos niños, tampoco tuvo problemas con el tan vilipendiado animal. "La gente cuenta cosas malas de los lobos, pero en realidad son como perros", dice.
Detrás de una película contemplativa y natural, se esconde un gran trabajo por parte del director y de una unidad de rodaje especial para las secuencias con animales, comandada por Joaquín Gutiérrez Acha, colaborador habitual de la BBC y National Geographic, que dedicó un año de trabajo sólo a ellos. "Lo más complicado era integrar la naturaleza en la ficción y que parezca una unidad" explica el realizador, ganador de la Espiga de Oro de Valladolid con "14 Kilómetros".
Olivares quedó fascinado por el descubrimiento de la historia de Pantoja, cuya vida luego derivó hacia el servicio militar y la acogida en un convento de monjas. Pero Olivares se centró casi exclusivamente en su período desaparecido. "La segunda parte ya está contada: Truffaut la contó en 'El pequeño salvaje' y para mí lo interesante era esa parte de la vida de Marcos en la naturaleza. Lo que él mismo describe como los mejores años de su vida".
Juan José Ballesta y Manuel Camacho se funden con la naturaleza
"La gente va a flipar. Cuando me vean, van a decir: ¡es un salvaje!", reconoce a Efe el todavía recordado como "El Bola" que apunta maneras con este papel sin apenas diálogos y secundado por Carlos Bardem, Sancho Gracia y Álex Brendemühl.
Ballesta vuelve hecho un hombre. "Yo no me veo ya como un niño. Sigo siendo un chaval, tengo 23 años, pero ya me considero una persona adulta", reconoce. Él, instintivo y poco ortodoxo, ha vivido con intensidad el rodaje en contacto con la naturaleza y la oportunidad de meterse en la piel de ese niño que fue vendido por su padre en los años sesenta para trabajar con un cabrero en el Valle del Silencio y pasó doce años de su vida perdido en el bosque hasta que fue apresado por la Guardia Civil.
"He sido un lobo, prácticamente", añade. "Los llamas y vienen, pero como los fuerces, no los tocas más". Con el fin de alcanzar esa complicidad con los animales, Ballesta, como el pequeño Manuel Camacho (que a sus 10 años asume la gran carga dramática de la película) contó con la ayuda del protagonista real de la historia, que cierra la película reencontrándose con los lobos. "Es un tío genial, supermajo, no tiene maldad. Ha pasado su vida en el campo, no conocía la sociedad hasta muy 'palante'. Me ha enseñado desde coger grillos a cómo llamar a los lobos, cómo estar, cómo moverte", asegura Ballesta.
El pequeño Manuel, que fue seleccionado por Gerardo Olivares entre más de quinientos niños, tampoco tuvo problemas con el tan vilipendiado animal. "La gente cuenta cosas malas de los lobos, pero en realidad son como perros", dice.
Detrás de una película contemplativa y natural, se esconde un gran trabajo por parte del director y de una unidad de rodaje especial para las secuencias con animales, comandada por Joaquín Gutiérrez Acha, colaborador habitual de la BBC y National Geographic, que dedicó un año de trabajo sólo a ellos. "Lo más complicado era integrar la naturaleza en la ficción y que parezca una unidad" explica el realizador, ganador de la Espiga de Oro de Valladolid con "14 Kilómetros".
Olivares quedó fascinado por el descubrimiento de la historia de Pantoja, cuya vida luego derivó hacia el servicio militar y la acogida en un convento de monjas. Pero Olivares se centró casi exclusivamente en su período desaparecido. "La segunda parte ya está contada: Truffaut la contó en 'El pequeño salvaje' y para mí lo interesante era esa parte de la vida de Marcos en la naturaleza. Lo que él mismo describe como los mejores años de su vida".
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