La vuelta al cole: La alimentación en el niño
Consejos para preparar a tu hijo
No olvides que una buena alimentación también mejora el rendimiento intelectual de tu hijo.
Sería muy bueno que realizaras un menú semanal o mensual que contenga productos frescos y saludables, con frutas y verduras, y evitando productos de bollería industrial en los almuerzos o meriendas, aunque a veces sea lo más cómodo para ti y lo que más le guste a tu hijo.
Un truquito de abuela: presenta las comidas de forma agradable a la vista, jugando con las formas y las texturas, pues conseguirás que tu hijo "coma con los ojos" y si no es tragón, mejorarás la cantidad de comida ingerida.
Intenta habituar a tu hijo que en su desayuno, junto con los lácteos, las galletas y los cereales se coma una pieza de fruta, al igual que en la comida y en la cena.
Te pasará que muchos días en casa se desayuna cualquier cosa, normalmente por las prisas, pero esto es un error, pues nuestro organismo ha estado varias horas sin recibir ninguna dosis energética y se tiene que preparar para iniciar el día. Un aporte energético adecuado en el desayuno es fundamental y éste debe constituir hasta un 30% de las necesidades diarias, es decir, entre 400 y 600 calorías. Intenta conseguir que el niño se levante unos diez minutos antes, para que el desayuno se lo tome con tranquilidad y de la forma adecuada.
El almuerzo, normalmente tomado en el recreo del colegio, también es fundamental. Intenta evitar que tome bollería, regúlasela a una vez por semana y el resto de los días que tome bocadillos (mejor caseros, con ingredientes de calidad) alternándolos con piezas de fruta, pues el pan también es fundamental para cubrir sus necesidades energéticas, por su contenido en hidratos de carbono.
Muchos niños realizan la comida en el comedor del colegio. Es habitual que los menús estén elaborados por dietistas, y suelen contener una alimentación variada y completa, que tú deberás complementar con lo que le des en la cena, para no repetir platos (pescado pescado, pasta pasta...). Averigua a través de los monitores del comedor, sobre todo si es pequeño, si se lo come todo, si normalmente prueba todas las comidas, o le tiene asco a algún alimento en concreto. Así podrás compensar sus carencias en la merienda o en la cena, y detectar posibles carencias alimenticias.
De todas formas, la comida debe constar de un primer plato, un segundo y el postre, y siempre debes asegurare que todo el conjunto sea equilibrado, alternando un plato fuerte con otro más suave.
La merienda tendría que ser una obligación, con alimentos que nutran a tu hijo, pero no siendo ésta pesada. Un bocadillo pequeño, un zumo con galletas, serían más que suficientes.
Después, la cena nunca debe ser copiosa, pues el gasto energético posterior será mínimo, y lo único que podemos provocar es un mal sueño y contribuir al sobrepeso del menor.
A la hora de la cena, la leche es beneficiosa para el sueño por su contenido en triptofano, una sustancia que favorece el sueño. Por eso ya desde antiguo y, aunque no se supiera exactamente por qué, nuestras madres y abuelas nos daban un vaso de leche calentita para que durmiéramos mejor.
Entre los alimentos que favorecen el sueño se encuentra el arroz, la pasta, la avena, la soja, los guisantes, el tomate, la lechuga, la patata (mejor cocida)... puedes combinar un montón de sencillas recetas, que te llevarán poco tiempo.
En general, para el niño es bueno consumir carnes que no sean muy grasas, como el pollo o el conejo, y siempre combinando los días de la semana para que el aporte de pescado, ya sea blanco o azul, sea más abundante.
El número de comidas mínimas que un niño debe hacer son cuatro y siempre debes respetar los horarios establecidos. Picar entre horas tampoco es recomendable y hay que intentar evitar que el niño lo haga.
Busca la mejor solución: tú que conoces a tu hijo mejor que nadie, le puedes ofrecer unos menús con todos los ingredientes necesarios para cubrir sus necesidades nutricionales. Vigila su dieta e intenta evitar el sobrepeso en tu hijo, tan común en los niños de estas generaciones, y si fuera necesario llévalo al endocrino.
Mejor prevenir ahora que no lamentarlo dentro de unos años.
Sería muy bueno que realizaras un menú semanal o mensual que contenga productos frescos y saludables, con frutas y verduras, y evitando productos de bollería industrial en los almuerzos o meriendas, aunque a veces sea lo más cómodo para ti y lo que más le guste a tu hijo.
Un truquito de abuela: presenta las comidas de forma agradable a la vista, jugando con las formas y las texturas, pues conseguirás que tu hijo "coma con los ojos" y si no es tragón, mejorarás la cantidad de comida ingerida.
Intenta habituar a tu hijo que en su desayuno, junto con los lácteos, las galletas y los cereales se coma una pieza de fruta, al igual que en la comida y en la cena.
Te pasará que muchos días en casa se desayuna cualquier cosa, normalmente por las prisas, pero esto es un error, pues nuestro organismo ha estado varias horas sin recibir ninguna dosis energética y se tiene que preparar para iniciar el día. Un aporte energético adecuado en el desayuno es fundamental y éste debe constituir hasta un 30% de las necesidades diarias, es decir, entre 400 y 600 calorías. Intenta conseguir que el niño se levante unos diez minutos antes, para que el desayuno se lo tome con tranquilidad y de la forma adecuada.
El almuerzo, normalmente tomado en el recreo del colegio, también es fundamental. Intenta evitar que tome bollería, regúlasela a una vez por semana y el resto de los días que tome bocadillos (mejor caseros, con ingredientes de calidad) alternándolos con piezas de fruta, pues el pan también es fundamental para cubrir sus necesidades energéticas, por su contenido en hidratos de carbono.
Muchos niños realizan la comida en el comedor del colegio. Es habitual que los menús estén elaborados por dietistas, y suelen contener una alimentación variada y completa, que tú deberás complementar con lo que le des en la cena, para no repetir platos (pescado pescado, pasta pasta...). Averigua a través de los monitores del comedor, sobre todo si es pequeño, si se lo come todo, si normalmente prueba todas las comidas, o le tiene asco a algún alimento en concreto. Así podrás compensar sus carencias en la merienda o en la cena, y detectar posibles carencias alimenticias.
De todas formas, la comida debe constar de un primer plato, un segundo y el postre, y siempre debes asegurare que todo el conjunto sea equilibrado, alternando un plato fuerte con otro más suave.
La merienda tendría que ser una obligación, con alimentos que nutran a tu hijo, pero no siendo ésta pesada. Un bocadillo pequeño, un zumo con galletas, serían más que suficientes.
Después, la cena nunca debe ser copiosa, pues el gasto energético posterior será mínimo, y lo único que podemos provocar es un mal sueño y contribuir al sobrepeso del menor.
A la hora de la cena, la leche es beneficiosa para el sueño por su contenido en triptofano, una sustancia que favorece el sueño. Por eso ya desde antiguo y, aunque no se supiera exactamente por qué, nuestras madres y abuelas nos daban un vaso de leche calentita para que durmiéramos mejor.
Entre los alimentos que favorecen el sueño se encuentra el arroz, la pasta, la avena, la soja, los guisantes, el tomate, la lechuga, la patata (mejor cocida)... puedes combinar un montón de sencillas recetas, que te llevarán poco tiempo.
En general, para el niño es bueno consumir carnes que no sean muy grasas, como el pollo o el conejo, y siempre combinando los días de la semana para que el aporte de pescado, ya sea blanco o azul, sea más abundante.
El número de comidas mínimas que un niño debe hacer son cuatro y siempre debes respetar los horarios establecidos. Picar entre horas tampoco es recomendable y hay que intentar evitar que el niño lo haga.
Busca la mejor solución: tú que conoces a tu hijo mejor que nadie, le puedes ofrecer unos menús con todos los ingredientes necesarios para cubrir sus necesidades nutricionales. Vigila su dieta e intenta evitar el sobrepeso en tu hijo, tan común en los niños de estas generaciones, y si fuera necesario llévalo al endocrino.
Mejor prevenir ahora que no lamentarlo dentro de unos años.
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