Alcohorexia o ebriorexia: beber alcohol para comer menos
Una tendencia muy peligrosa a la que cada vez se suman más personas
La alcohorexia o ebriorexia es un problema más a resolver que afecta a los jóvenes, principalmente mujeres, relacionado con la obsesión por mantenerse delgadas. Consiste en dejar de comer para poder beber alcohol y que esas calorías ingeridas no provoquen un aumento de peso. En realidad se trata de una compensación de calorías, algo así como el que toma sacarina con el café pero está dispuesto a comerse un trozo de tarta. Sin embargo, esta compensación de calorías de la alcohorexia supone un riesgo importantísimo para la salud, ya que estamos hablando de un problema por partida doble: un trastorno alimentario y una adicción.
Razones de peso
Aunque la alcohorexia aún no está reconocida oficialmente como un desorden psicológico los especialistas en trastornos alimentarios alertan del problema que está suponiendo entre los jóvenes, especialmente entre chicas de entre 15 y 25 años.
Entre los motivos que llevan a estas personas a dejar de comer para beber más cantidad de alcohol sin que aumenten las calorías diarias, está el emborracharse más rápidamente, que se consigue teniendo el estómago vacío, y ahorrar dinero en comida para poder gastarlo en alcohol. Pero el motivo principal que provoca este comportamiento destructivo es no ganar peso.
Inspiradas en figuras públicas extremadamente delgadas como Victoria Beckham, Kate Moss o Lindsay Lohan, que no se privan de los excesos nocturnos, las personas que caen en la alcohorexia deciden privarse de la comida pero no del alcohol.
En principio se trata de jóvenes obsesionadas por su peso que no necesariamente padecen un trastorno de anorexia, aunque si este comportamiento de evitar comer es continuado llegarán a padecerlo.
Los riesgos de la alcohorexia
Los riesgos que supone al alcohorexia afectan a todos los ámbitos, tanto en la salud como en el entorno familiar. La ingesta de alcohol sin tener los nutrientes necesarios puede provocar alteraciones graves de la conducta a corto y medio plazo como pérdida de concentración o incapacidad para tomar decisiones, además de irritabilidad. El daño que puede producir el alcohol en los órganos vitales cuando se consume en exceso en edades tempranas y sin estar alimentado puede significar el desarrollo de enfermedades crónicas. No se puede olvidar que se trata de un problema de salud doble por el deterioro que produce el alcohol y por los riesgos de la desnutrición.
Si los trastornos alimentarios, como la anorexia y la bulimia, ya son lo suficientemente dañinos para la salud, la mezcla de este trastorno con un una adicción al alcohol supone un peligro aún mayor. La dificultad para detectar el problema a tiempo sin que cause daños irreversibles al organismo es un problema añadido, ya que consumir alcohol es un hábito en auge entre los más jóvenes. Pero conviene que los padres estés alertas al comportamiento de sus hijos adolescentes, porque recuperarse de un trastorno alimentario y de una adicción al mismo tiempo puede llevar mucho tiempo y requiere de ayuda profesional.
Tal vez habría que incidir más en dos aspectos. Por un lado, las autoridades sanitarias deberían alertar del peligro de consumir alcohol y centrarse en demonizar este hábito tal y como han hecho con el tabaco para que deje de estar socialmente aceptado. Por otro lado, no nos cansaremos de insistir en la necesidad de eliminar ese estereotipo de mujer bella y con éxito de extrema delgadez.
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