La actividad física es el verdadero antídoto contra la obesidad
Los malos hábitos alimentarios son otro motivo de obesidad
Los criterios de belleza han impuesto la figura estilizada y ligera de adiposidades. Muchas personas sufren para no engordar, mientras otras tantas se descuidan, o se cansan de batallar contra los placeres del paladar y engordan de manera desmesurada y terminan obesas.
Pero más allá de los patrones de pasarela, la obesidad es un problema de salud y está incluida dentro de las epidemias que recorren el mundo moderno con toda la carga de riesgos que ella implica.
De acuerdo a sus causas, los especialistas la clasifican como obesidad endógena y exógena. La primera está asociada a trastornos neuroendocrinos, y precisa de un tratamiento especializado riguroso. La exógena, por su parte, es la más frecuente y se debe a un inadecuado balance entre la ingestión de alimentos y el gasto calórico diario.
Este tipo de obesidad provoca limitaciones en el desenvolvimiento social y laboral cotidiano y también condiciona la aparición de enfermedades como diabetes mellitus, artropatías, hipertensión arterial, trastornos circulatorios. Está relacionada con el 70 por ciento de las causas de muerte en el mundo desarrollado y la Organización Mundial de la Salud, (OMS), la ha incluido en su lista de pandemias.
Los grandes culpables a nivel celular, claro está, pues nadie obliga a los obesos a comer como lo hacen son los lípidos que si bien en organismos normales son una insustituible fuente de energía para el movimiento y otras actividades vitales, en los obesos se acumulan de manera excesiva.
Los malos hábitos alimentarios y la obesidad
Los malos hábitos alimentarios, la poca actividad física y ciertos rasgos psicológicos propios de cada persona son los factores que conducen a la obesidad. También se habla de la transmisión genética de este padecimiento aunque esta causa se halla aun en estudio.
Lo cierto es que las comodidades introducidas por el hombre en su vida cotidiana son el caldo de cultivo ideal para un mal que, a largo plazo, afecta su calidad de vida. Cada vez son más los avances tecnológicos que se ponen en función del confort, al punto de que ya, sin cambiar de posición, podemos, por ejemplo, encender y apagar la tele y cuanto aparato electrónico se ha inventado con mando a distancia. También es posible atender el teléfono por el que ahora entran llamadas, titulares de noticias, partes de la bolsa de valores y hasta el correo electrónico. Todo en función de ahorrarnos tiempo y trabajo, pero también nos resta salud.
Trabajo físico contra la obesidad
La vida implica movimiento y el trabajo físico fue el motor impulsor de la evolución del hombre, sin él es imposible desarrollar las potencialidades fisiológicas con que estamos dotados al nacer. No se trata, por supuesto, de renunciar a las comodidades, sino de incorporar la actividad física como el único antídoto capaz de revertir la tendencia hacia el sobrepeso y su último, y mortal, escalón: la obesidad.
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