La lombricultura, opción ecológica y viable
Los verdaderos agricultores aprovechan los recursos que la madre naturaleza ha puesto a su alcance y entre ellos los aliados naturales del campo ocupan un lugar destacado. Algunos de ellos han sido víctima de teorías pseudo científicas que al final han terminado por agotar los suelos y han contaminado los alimentos con productos químicos perjudiciales a la salud.
Una de esas aliadas, pequeña y laboriosa, es la lombriz de tierra de cuya a acción benéfica se sabe desde civilizaciones antiguas como la egipcia que atribuían la fertilidad excepcional del valle del Rio Nilo a las enormes cantidades de lombrices que allí se desarrollaban.
Aristóteles, el sabio griego, las consideraba como una especie de intestinos del suelo, tras observar la acción minuciosa de estos pequeños anélidos en su medio. En la época moderna, el eminente científico Charles Darwin, después de 10 años de estudio, demostró la función positiva de las lombrices en la naturaleza y en el enriquecimiento de los suelos.
Ciertamente las lombrices de tierra garantizan la hidrogenización de los terrenos y la natural fertilización de las cosechas, pero sus resultados dependen de la concentración de éstas por lo que a continuación transcribiré un método incluido dentro de las prácticas de la agricultura sostenible, esa que garantiza una relación armónica entre el hombre y la naturaleza.
El método consiste en crear corrales de cultivo de lombrices, donde se les alimenta con un concentrado de desechos nutritivos. Luego esas lombrices actuarán sobre los desechos nutritivos y los transformarán en una masa en descomposición que sirve como fertilizante.
Esta técnica se conoce como Lombricultura o Vermicultura (cultivo de gusano) y su objetivo es producir una sustancia orgánica llamada Humus que, bien trabajada, garantiza un suministro estable de nutrientes tan necesarios como nitrógeno, fósforo, potasio, ácidos húmicos, materia orgánica y un pH adecuado para el desarrollo de las cosechas.
El humus tiene un característico color oscuro. Su masa, densidad y naturaleza particular es fácilmente identificable, lo cual facilita reconocer cuándo el proceso productivo de las lombrices ha llegado a su mejor momento.
Cuando las condiciones naturales de los campos no son propicias, se pueden fabricar corrales artificiales a diferentes escalas, en los que es indispensable disponer de una fuente de agua constante y de un suministro de alimentos para las lombrices.
Entre los alimentos más empleados por la lombrices se encuentran los llamados convencionales estiércol animal ya sea vacuno, ovino, porcino, canícula o equino; los residuos vegetales como la pulpa del cacao o café y la cachaza resultante de la molienda de la caña de azúcar, y los no convencionales restos de cosecha, plátano, maíz, frijoles, cebada; residuos de cítricos, restos de madera, gallinaza, sólidos urbanos.
Estos productos pueden llegar al campo con niveles de acidez y fermentación muy elevados y eso pone en peligro la vida de las lombrices, por lo que deben mezclarse con agua, tierra limpia u otros materiales afines.
Lo más común es que la capa de residual orgánico de la cual se alimentarán las lombrices durante aproximadamente 10 días, debe tener unos 10 centímetros de espesor, pero eso depende de la densidad de lombrices del "corral" y del grosor de la capa orgánica que artificialmente se preparará.
Debes saber que las lombrices nunca se desarrollan en terrenos con aceites, grasas, restos de tejidos animales, carnes ni frutas pues la descomposición de estas genera sustancias de acidez elevada. Tampoco es aconsejable el empleo de áreas de sol o de mucho calor, zonas con falta de humedad o sitios secos o sin un suministro de agua estable.
Entre los enemigos naturales de la lombricultura se citan los herbicidas, los productos químicos, los desinfectantes y otras sustancias artificiales vertidas por el hombre; mientras que los roedores, aves, ranas y otros pequeños vertebrados, les discuten los alimentos a las lombrices y las incluyen a ellas mismas en su cadena alimentaria.
Hormigas, ácaros, tijeretas y ciempiés pueden convertirse en plagas estacionarias dentro de los criaderos y en particular las hormigas resultan peligrosas pues pueden establecer sus colonias justo en los corrales.
El humus de lombriz, con todos sus valores como fertilizante vegetal, no debe emplearse como un producto seco sobre las plantaciones y suelos. Es preferible diluir el producto final en cantidades específicas de agua, lo que permite lograr el compuesto conocido como humus líquido.
Para prepararlo, mezcla cantidades iguales de humus y agua. Déjalo durante una semana y luego fíltrelo y deposítelo en vasijas plásticas limpias para que el producto no se corrompa al contacto con otras sustancias. Esta cantidad, preparada en un tanque de 55 galones, por ejemplo, debe ser suficiente para un promedio de 200 y 220 aplicaciones.
Para aplicarlo sobre el terreno, se vierten dos litros de humus en una mochila esparcidora de fertilizantes, junto a 14 de agua y se irriga cada planta una vez a la semana, fundamentalmente sobre el follaje y no sobre la raíz, siempre que no se trate de alimentos que se consumen frescos.
El empleo del humus de lombriz en forma líquida adelanta la floración de algunos cultivos y combate ciertas plagas que como la Sigatoka afecta el rendimiento y desarrollo del banano o plátano. Destaca además, por catalizar el nacimiento de los semilleros, cuya homogeneidad posibilita un desarrollo parejo de las posturas.
Son muchas las ventajas que brinda la aplicación de esta técnica que no reclama de productos artificiales ni químicos para garantizar su producción. Es, sin dudas, una aliada importante del hombre en los momentos de crisis actuales y un medio orgánico para lograr cosechas cada vez más naturales.
Una de esas aliadas, pequeña y laboriosa, es la lombriz de tierra de cuya a acción benéfica se sabe desde civilizaciones antiguas como la egipcia que atribuían la fertilidad excepcional del valle del Rio Nilo a las enormes cantidades de lombrices que allí se desarrollaban.
Aristóteles, el sabio griego, las consideraba como una especie de intestinos del suelo, tras observar la acción minuciosa de estos pequeños anélidos en su medio. En la época moderna, el eminente científico Charles Darwin, después de 10 años de estudio, demostró la función positiva de las lombrices en la naturaleza y en el enriquecimiento de los suelos.
Las lombrices de tierra
Ciertamente las lombrices de tierra garantizan la hidrogenización de los terrenos y la natural fertilización de las cosechas, pero sus resultados dependen de la concentración de éstas por lo que a continuación transcribiré un método incluido dentro de las prácticas de la agricultura sostenible, esa que garantiza una relación armónica entre el hombre y la naturaleza.
El método consiste en crear corrales de cultivo de lombrices, donde se les alimenta con un concentrado de desechos nutritivos. Luego esas lombrices actuarán sobre los desechos nutritivos y los transformarán en una masa en descomposición que sirve como fertilizante.
Esta técnica se conoce como Lombricultura o Vermicultura (cultivo de gusano) y su objetivo es producir una sustancia orgánica llamada Humus que, bien trabajada, garantiza un suministro estable de nutrientes tan necesarios como nitrógeno, fósforo, potasio, ácidos húmicos, materia orgánica y un pH adecuado para el desarrollo de las cosechas.
El humus tiene un característico color oscuro. Su masa, densidad y naturaleza particular es fácilmente identificable, lo cual facilita reconocer cuándo el proceso productivo de las lombrices ha llegado a su mejor momento.
Cuando las condiciones naturales de los campos no son propicias, se pueden fabricar corrales artificiales a diferentes escalas, en los que es indispensable disponer de una fuente de agua constante y de un suministro de alimentos para las lombrices.
Entre los alimentos más empleados por la lombrices se encuentran los llamados convencionales estiércol animal ya sea vacuno, ovino, porcino, canícula o equino; los residuos vegetales como la pulpa del cacao o café y la cachaza resultante de la molienda de la caña de azúcar, y los no convencionales restos de cosecha, plátano, maíz, frijoles, cebada; residuos de cítricos, restos de madera, gallinaza, sólidos urbanos.
Estos productos pueden llegar al campo con niveles de acidez y fermentación muy elevados y eso pone en peligro la vida de las lombrices, por lo que deben mezclarse con agua, tierra limpia u otros materiales afines.
Lo más común es que la capa de residual orgánico de la cual se alimentarán las lombrices durante aproximadamente 10 días, debe tener unos 10 centímetros de espesor, pero eso depende de la densidad de lombrices del "corral" y del grosor de la capa orgánica que artificialmente se preparará.
Debes saber que las lombrices nunca se desarrollan en terrenos con aceites, grasas, restos de tejidos animales, carnes ni frutas pues la descomposición de estas genera sustancias de acidez elevada. Tampoco es aconsejable el empleo de áreas de sol o de mucho calor, zonas con falta de humedad o sitios secos o sin un suministro de agua estable.
Entre los enemigos naturales de la lombricultura se citan los herbicidas, los productos químicos, los desinfectantes y otras sustancias artificiales vertidas por el hombre; mientras que los roedores, aves, ranas y otros pequeños vertebrados, les discuten los alimentos a las lombrices y las incluyen a ellas mismas en su cadena alimentaria.
Hormigas, ácaros, tijeretas y ciempiés pueden convertirse en plagas estacionarias dentro de los criaderos y en particular las hormigas resultan peligrosas pues pueden establecer sus colonias justo en los corrales.
El humus de lombriz, con todos sus valores como fertilizante vegetal, no debe emplearse como un producto seco sobre las plantaciones y suelos. Es preferible diluir el producto final en cantidades específicas de agua, lo que permite lograr el compuesto conocido como humus líquido.
Lombrices en lugar de productos químicos
Para prepararlo, mezcla cantidades iguales de humus y agua. Déjalo durante una semana y luego fíltrelo y deposítelo en vasijas plásticas limpias para que el producto no se corrompa al contacto con otras sustancias. Esta cantidad, preparada en un tanque de 55 galones, por ejemplo, debe ser suficiente para un promedio de 200 y 220 aplicaciones.
Para aplicarlo sobre el terreno, se vierten dos litros de humus en una mochila esparcidora de fertilizantes, junto a 14 de agua y se irriga cada planta una vez a la semana, fundamentalmente sobre el follaje y no sobre la raíz, siempre que no se trate de alimentos que se consumen frescos.
El empleo del humus de lombriz en forma líquida adelanta la floración de algunos cultivos y combate ciertas plagas que como la Sigatoka afecta el rendimiento y desarrollo del banano o plátano. Destaca además, por catalizar el nacimiento de los semilleros, cuya homogeneidad posibilita un desarrollo parejo de las posturas.
Son muchas las ventajas que brinda la aplicación de esta técnica que no reclama de productos artificiales ni químicos para garantizar su producción. Es, sin dudas, una aliada importante del hombre en los momentos de crisis actuales y un medio orgánico para lograr cosechas cada vez más naturales.
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