Alimentación en verano: dieta para adecuar el organismo al calor
En verano sucede un cambio de temperaturas que exige la modificación de nuestra dieta. Durante los meses de junio, julio y agosto las temperaturas aumentan, en algunos casos hasta los cuarenta grados, por lo que es necesario adaptar nuestros hábitos alimentarios para hacer más llevadero el calor e hidratar nuestro cuerpo. Para ello debemos llevar una dieta basada en líquidos y evitar los alimentos pesados.
Hidratarse y refrescarse
Durante el verano es muy importante que bebamos dos litros de agua al día, como mínimo. Por ello debemos incorporar a nuestra dieta las bebidas isotónicas, los zumos, los batidos o triturados de verduras como el gazpacho o la vichissoise.
Además, es importante mantener la temperatura corporal a través de los alimentos fríos. Los sorbetes, los helados, el té o café helado y los refrescos son una buena alternativa.
Una digestión ligera
En esos meses de más calor no es recomendable consumir alimentos de difícil digestión. Así pues, pueden comerse cereales, verduras y frutas, siempre y cuando sean cocinados con poca grasa, para evitar las digestiones lentas. Pero, por otro lado, hay que evitar los fritos, las mayonesas, las carnes rojas, los lácteos y los cocidos, sobretodo si vamos a realizar actividades que supongan un esfuerzo o nos vamos a dar un baño en la playa. Es importante también comer entre horas un poco de fruta fresca y no olvidar beber agua, aunque no tengamos sed.
Platos ideales para el verano
Dicho todo esto, hay que resaltar las variedades nutritivas y saludables que nos ofrece la dieta mediterránea. En la gastronomía española hay platos excelentes que se adaptan perfectamente a una dieta veraniega. El gazpacho, por ejemplo, es un plato sabroso y nutritivo que además nos refresca e hidrata. Asimismo, las ensaladas aportan una gran cantidad de fibra, además de ser frescas y deliciosas. La escarola, la lechuga, el pepino, el tomate, la remolacha, la zanahoria, etc. son una gran fuente de vitaminas y tienen el valor añadido de que la gran cantidad de beta carotenos que contienen nos ayudan a broncear nuestra piel durante el verano. Si queremos completar la ensalada, podemos añadir pollo, queso, huevo o atún, alimentos que nos van a aportar proteínas. Si le añadimos pasta y patatas, obtendremos una ensalada que nos aportará los hidratos de carbono necesarios para tener energía durante el día.
En cuanto a los postres, es ideal la macedonia, que nos aporta la cantidad suficiente de vitaminas, agua y fibra para soportar las altas temperaturas y la deshidratación. Hay que intentar dejar de lado los pasteles y bollerías, pues de ellos solo obtendremos una gran dosis de calorías sin llegar a suplir la necesidad de vitaminas e hidratación que necesita nuestro cuerpo en verano. Sin embargo, si no nos gusta la fruta por su textura, como sucede a muchos niños, podemos sustituirla por zumos, sorbetes o batidos.
El verano también nos permite degustar de otros dulces como la horchata, la leche merengada, los helados, los granizados y los batidos, pero aunque sean deliciosos y refrescantes, no debemos abusar de ellos, pues tienen un alto valor calórico y una gran cantidad de azúcares que pueden convertirse en grasa.
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