Ir al pueblo, el mejor método para relajarse
Pasamos gran parte del año agobiadas por las responsabilidades diarias, agotadas de trabajar y apáticas por la rutina. Si la situación económica no está para permitirnos un gran viaje exótico renunciamos a nuestras vacaciones y, por lo tanto, a nuestro descanso merecido. Pero aunque no tengamos dinero como para hacer un crucero, a veces se nos olvida ese recurso vacacional cercano y accesible a todos los bolsillos que es el pueblo. El lugar ideal para bajar el ritmo, desconectar y encontrar la tranquilidad y el sosigego que necesitamos para ovidarnos el estrés.
La necesidad de desconectar
El ritmo de vida que llevamos es el causante de la gran mayoría de los trastornos emocionales. Vivimos sujetas a una gran presión y a demasiadas responsabilidades que se traducen en insatisfacción vital, ansiedad, estrés y, en algunos casos, depresión. Por eso es necesario aprender a desconectar, no sólo del trabajo, sino de nuestra rutina diaria, para recuperar la energía y mantener intactas las ilusiones.
El campo se nos presenta como el lugar ideal para quitarnos de la espalda el peso del agobio cotidiano. Aunque no seas una de esas personas amante de la naturaleza, si le das una oportunidad al pueblo en forma de unos días de descanso en una casa rural, comprobarás todos sus beneficios en tu estado de ánimo.
No se trata de abandonar tu trabajo, vender el piso, el coche, deshacerte de la tecnología y hacerte un gurú de la "vida slow", pero pasar un fin de semana relajándote en el pueblo es una de las mejores ideas para restablecer tu equilibrio emocional maltrecho por los problemas
Planes para relajarte en el pueblo
Si no eres de las habituales de la vida rural, sino una urbanita convencida, tal vez te estés preguntando qué es lo que se puede hacer en el pueblo para regresar más relajada que nunca. Te contamos que la premisa es la falta de planificación; no organices nada, ni comidas, ni excursiones, ni compromisos con los vecinos. Simplemente haz lo que te apetezca a cada momento.
Levántate cuando te despiertes y deja que tu cuerpo te pida lo que necesitas. Seguro que te apetece un paseo en bici, una caminata hasta el río o irte de picnic. Tal vez prefieres tumbarte en el jardín y pasar la tarde leyendo un buen libro o escuchando músca. Cualquier cosa que se te ocurra cabe en este plan de relajarse en el pueblo, incluso no hacer nada.
Lo importante es que salgas por un momento de tu entorno habitual, te olvides de tus obligaciones y te dediques a ti misma. Relajarte no sólo es posible a base de técnicas de respiración, ejercicios de yoga o meditación. Un encuentro contigo misma en la naturaleza sin estar pendiente del reloj ni del teléfono bastarán para quitarte de encima varios kilos de estrés.
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