Cambios físicos en la menopausia

La menopausia es una etapa de cambios en la vida de las mujeres que se ve reflejado tanto a nivel físico como psicológico. El descenso de estrógenos y progesterona que se produce en torno al fin de la menstruación provoca modificaciones corporales que pueden afectar a la  calidad de la vida de las mujeres. 

Los cambios físicos se ven reflejados sobre todo en la acumulación de la grasa corporal, en la salud de los huesos y el sistema cardiovascular y en el envejecimiento de la piel. 

La piel y el pelo en la menopausia

El espejo suele recordar a menudo la llegada de la menopausia. El descenso de los niveles de estrógeno afecta a la formación de colágeno, un componente imprescindible para la piel, ya que es responsable de mantener su firmeza y su hidratación natural. El desorden hormonal se traduce en un aumento de las arrugas y las manchas.

También es habitual que los cambios hormonales afecten también al pelo. El desfase de hormonas sexuales provoca, por un lado, el aumento de la caída del cabello y, por el otro, la aparición de vello corporal en zonas de preeminencia masculina, como el cuello, el labio superior o las patillas. 

Aumento de peso en la menopausia

La menopausia provoca cambios metabólicos que afectan a la distribución de las grasas corporales. Las mujeres que llegan a esta etapa reducen la quema de calorías y un aumento de los niveles del colesterol malo. Además, la grasa se establece en mayor medida en la zona del abdomen y los glúteos, deformando las tradicionales curvas femeninas. 

Es fundamental, por lo tanto, cambiar el estilo de vida, introducir una rutina de ejercicios físicos y mejorar la dieta si se quiere mantener la figura y evitar el aumento de peso y la incidencia de las enfermedades cardiovasculares. 

Cambios en el aparato reproductor

El fin de la etapa reproductiva afecta sobre todo a los órganos sexuales femeninos. La reducción de estrógeno y progesterona, hormonas que mantienen el aparato reproductor en condiciones adecuadas para el embarazo, provoca una atrofia de los tejidos de la zona.

Este hecho causa un aumento de las probabilidades de infección en la zona, incontinencia urinaria y sequedad vaginal que puede ser molesta a la hora de mantener relaciones sexuales. 

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