El flujo vaginal durante el embarazo
Cómo es dicho flujo en los primeros meses de embarazo
La cantidad de cambios que sufre el cuerpo de una mujer embarazada son tanto exteriores como interiories y, a veces, son difíciles de asimilar. El primer embarazo es especialmente conflictivo porque todo resulta una novedad y es normal que nos asustemos por desconocimiento y porque deseamos que todo salga bien.
Una de las principales características de un embarazo es la desaparición de la menstruación, pero eso no implica que desaparezca también el flujo vaginal. Al contrario, el flujo vaginal continua presente durante el embarazo y además está sujeto a numerosos cambios.
El flujo vaginal en los primeros meses de embarazo
Ya sabemos que el flujo vaginal en condiciones normales es blanquecino y no tiene olor, pero su cantidad y su textura varía en cada mujer. Por eso es muy importante observar nuestro cuerpo y nuestras reacciones no sólo cuando nos quedamos embarazadas, sino mucho antes, porque así seremos las primeras en poder detectar cualquier problema.
Los primeros meses de embarazo notarás una mayor cantidad flujo vaginal a consecuencia de la elevada producción de estrógenos y porque la zona vaginal aumenta su riego sanguíneo. Ese flujo vaginal tiene un aspecto lechoso y, en cualquier caso, no debe tener olor. Si notas mal olor, tal vez se trate de una infección, por lo que debes acudir a tu médico cuanto antes.
El flujo vaginal al final del embarazo
A medida que el embarazo sigue su curso, son muchos los cambios físicos y anímicos a los que tenemos que enfrentarnos. El flujo vaginal se mantendrá con su textura lechosa y su color blanquecino durante unos cuantos meses, pero cuanto más desarrollado esté el embarazo, los cambios en el flujo vaginal empezarán a ser más evidentes.
Al comenzar el embarazo, el moco uterino crece para protegerse de cualquier infección, pero a medida que el cuello del útero se empieza a dilatar, esa mucosa se expulsa en forma de un flujo vaginal muy espeso que puede llevar incluso algún hilo de sangre. Cuanto más cerca del parto estemos, más denso y pegajoso será el flujo vaginal, por lo que no debes asustarte. Únicamente observa si hay cambios en su color o en su olor.
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