Que el dolor de espalda no te amargue el verano
La llegada del verano también trae consigo la temporada de esparcimiento propia de las vacaciones estivales. En dicho contexto, es habitual que nos entreguemos a una inactividad generalizada y dejemos de lado cualquier cuestión relativa a nuestras rutinas habituales durante el resto del año. Este hecho implica que estemos más tiempo sentadas en el sofá o tumbadas en la cama y que dejemos, incluso, de practicar deporte. De ser así, podemos crear dificultades en nuestra espalda, debilitando su musculatura y propiciando, por tanto, que se generen dolencias que, a fin de cuentas, son evitables.
Remediar el dolor de espalda durante el verano
También podemos incurrir en la situación contraria, el verano es una época muy dada a experimentar con deportes nuevos e, incluso, se dan casos de mujeres que, aunque no realicen actividad física durante el resto del año, dedican la temporada estival a ejercitar su cuerpo. La práctica inadecuada y abusiva, concentrada en un espacio temporal muy escaso y concreto, puede llegar a ser muy perjudicial para una zona tan especialmente sensible como es el caso de la espalda.
De esta forma, resulta adecuado seguir algunos consejos si vamos a dedicar el periodo vacacional a practicar un deporte: resulta conveniente desarrollar la musculatura de la espalda si vamos a realizar una modalidad deportiva en la que la intervención de esta zona sea fundamental, cumplir con las normas de higiene postural, utilizar el material deportivo correcto de forma que evitemos posibles lesiones y preparar adecuadamente el cuerpo para el tipo de actividad que vayamos a desarrollar.
En el caso de que, a pesar de estos consejos, hayamos lesionado la espalda podemos recurrir a diferentes remedios que pueden asegurarnos un tratamiento adecuado de este tipo de dolencias. En el caso de sufrir espasmos musculares, podemos liberar la inflamación, y por extensión el dolor, a través de la aplicación de frío o de calor en la zona afectada. En los herbolarios podemos encontrar cremas y bálsamos que, a través de su uso en el área lesionada, penetran en el tejido muscular aliviando las molestias. Por último, encontramos los típicos remedios farmacéuticos como los analgésicos o los relajantes musculares.
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