Cómo saber si tengo una contractura en la espalda
Uno de los dolores de espalda más recurrentes reside en el desarrollo de una contractura muscular en la zona. Debido al carácter especialmente sensible de este área corporal, es posible que una lesión de este tipo pueda incapacitarnos para realizar con normalidad nuestras tareas rutinarias. Esa es la razón por la que debemos poner especial atención a los síntomas que aparezcan en nuestro organismo que nos puedan remitir a una contractura, de cara a localizarla con rapidez y poder actuar en consecuencia. Al ser una dolencia bastante frecuente, existen tratamientos estándar que pueden paliar eficientemente sus consecuencias.
Formas de detectar una contractura muscular en la espalda
Son varios los factores que pueden desencadenar una contractura muscular en la parte posterior de nuestro cuerpo. En primer lugar, puede deberse a un esfuerzo excesivo que le estemos exigiendo a los músculos de nuestra espalda ya sea por un movimiento puntual o debido a una actividad repetitiva que estemos realizando como consecuencia de la práctica de una variedad deportiva. Si los músculos en la espalda están débiles y no disponen de la fuerza suficiente para realizar una acción en concreto, es posible que provoquemos una contractura en la zona cuando iniciemos el movimiento. Por último, tanto el sedentarismo propio de la sociedad moderna, las malas posturas tanto al permanecer de pie como al estar sentados y el estrés acumulado durante determinadas épocas de nuestra vida pueden generar esta clase de problemáticas en nuestra espalda.
La primera manifestación física que puede disponer una contractura muscular en la espalda se materializa en forma de un dolor agudo muy localizado que puede ser el resultado de una lesión o de un accidente. Se trata de una molestia inmediata y severa que puede permanecer tan solo unos días o, en las dolencias más graves, semanas. Si estos síntomas perduran en el tiempo, es posible que deban ser tratados como crónicos, especialmente si su periodo de afectación ha excedido los tres meses.
En principio, no debemos preocuparnos si sufrimos una contractura leve que va mejorando por sí sola con el paso de las horas. Sin embargo, si el dolor impide el movimiento de nuestro cuerpo, las molestias siguen perdurando tras el paso de una semana o si aparecen otro tipo de sensaciones como adormecimiento de la zona, hormigueos o pinchazos, habremos de acudir al médico para asegurarnos de obtener un tratamiento específico para nuestra lesión.
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