Colchones buenos y malos para el dolor de espalda
Así como resulta absolutamente importante cuidar físicamente nuestra espalda a través de la práctica moderada de deporte y el mantenimiento de una higiene postural correcta, cuando llega la hora de descansar debemos contar con las herramientas adecuadas que garanticen un reposo correcto de esta zona corporal. Son múltiples los casos de mujeres que se quejan de diversas dolencias cuando se levantan de la cama por las mañanas. Patologías que, probablemente, tengan su origen en la utilización de un colchón inadecuado. Hay que tener en cuenta que pasamos un tercio de las horas del día durmiendo, por lo que la elección de un colchón apropiado va a ser clave en la salud de nuestra espalda.
Tipos de colchón adecuados para la espalda
Aunque tradicionalmente ha existido una tendencia creciente, por parte de los especialistas médicos, a recomendar colchones duros con el fin de garantizar una mejor calidad en el descanso de nuestras espaldas, en los últimos tiempos las teorías al respecto están variando. Estudios recientes han revelado que los colchones más indicados para mitigar las dolencias en dicha área corporal son los que cuentan con una dureza intermedia que, por su parte, resultan especialmente acertados para aquellas de nosotras que sufrimos dolores lumbares crónicos.
Por supuesto, existe un elemento absolutamente subjetivo en lo que a la elección del colchón se refiere, ya sea en términos de comodidad o de gusto personal. Igualmente, es aconsejable seguir una serie de indicaciones a la hora de adquirir un producto de este tipo. El material con el que esté realizado debe adaptarse perfectamente a la curva natural de nuestra espalda y su diseño ha de redundar en un reposo eficaz de zonas sensibles como los hombros, las caderas y todo el recorrido de la columna vertebral.
Aunque la opción más evidente aportada esta serie de consejos es la de un colchón viscoelástico, existe en el mercado una variada amalgama de opciones para todo tipo de preferencias. Por lo que lo más razonable es que, de forma personal, los probemos y sobre esta experiencia tomemos la decisión que creamos que mejor se adapta a nuestras necesidades específicas. Una forma de detectar que un colchón aporta adaptabilidad y firmeza a nuestra espalda consiste en tumbarnos boca arriba y comprobar si la columna vertebral se apoya de forma natural sobre éste o si, por el contrario, dibuja un arco por encima de él.
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