Diagnóstico de hemorroides: síntomas de padecer almorranas
¿Cómo saber si tengo hemorroides?
- Los primeros síntomas de las almorranas
- Pruebas de diagnóstico de hemorroides
- Mitos sobre las hemorroides
Habitualmente llamamos hemorroides a lo que debería llamarse enfermedad hemorroidal. Todo el mundo tiene estas almohadillas en el conducto anal, pero solo presentan problemas cuando las venas de su interior se dilatan y estas se inflaman.
Un diagnóstico de hemorroides temprano puede evitar que el problema vaya a más, con los dolores que esto conlleva. Con una serie de hábitos saludables y el tratamiento oportuno a tiempo, se puede evitar que las hemorroides de grado I (las más leves) empeoren. Pero, para ello hay que saber diferenciar los primeros síntomas de que se padecen almorranas.
Los primeros síntomas de las almorranas
Las hemorroides se producen cuando hacemos demasiada presión en la zona anal. Es el caso, por ejemplo, del estreñimiento, de la obesidad, del embarazo, del parto… Los síntomas no tardan en aparecer y pueden convertirse en molestias muy graves. Estos son los más frecuentes.
+ El dolor provocado por las hemorroides.
El punto máximo de dolor de las hemorroides se produce al defecar, cuando sometemos a más presión a las almorranas. Sobre todo cuando las heces son duras y compactas, hay que hacer más esfuerzos al ir al baño, lo que fuerza las hemorroides provocando un dolor agudo. De ahí que una de las primeras recomendaciones de los médicos sea llevar una dieta variada y rica en fibra para evitar el estreñimiento.
Esta sensación de molestia que se manifiesta con la enfermedad hemorroidal se debe al deslizamiento de las hemorroides por el canal anal durante la defecación cuando han aumentado de volumen. Cuanto más rozamiento haya con las hemorroides, más duelen, por lo que se recomienda pasar menos tiempo sentado en el inodoro. De hecho, lo mejor es apoyar los pies sobre un pequeño escalón para que, de esta forma, las rodillas vayan hacia el pecho y cueste menos expulsar las heces.
Las hemorroides también acaban doloridas cuando se aguantan las ganas de ir al baño. Las heces se acumulan y son las almorranas las que tienen que hacer un sobreesfuerzo y soportar su peso. Por eso, es recomendable ir al baño en cuanto se tengan ganas de ello.
+ Sangrado por las almorranas
Aunque parezca mentira, el sangrado de las hemorroides no suele resultar doloroso, pero sí que es uno de los síntomas más escandalosos y preocupantes de las hemorroides. Sin un diagnóstico adecuado, se puede llegar a pensar que el sangrado se debe a cualquier otro tipo de problema más grave.
Cuando se padecen almorranas, la sangre puede aparecer en las propias heces, pero también en el agua del retrete, porque ha caído una pequeña gota de tu ano, o en el papel higiénico con el que te has limpiado la zona.
Este sangrado es el más habitual en la población, estimando en un 10% los adultos que han tenido alguna vez un sangrado rectal.
+ Picor y ardor en la zona anal
Aunque puede que este no sea el síntoma más doloroso, sí que es el más molesto. De hecho, es el causante de que haya veces en las que los pacientes de las hemorroides más graves no puedan llevar su vida normal. Y es que el picor no tiende a aliviarse al rascarse, un gesto un tanto desagradable y poco higiénico. En la mayoría de los casos es necesario aplicarse algún tipo de remedio casero o pomada.
Para aliviar el picor uno de los mejores tratamientos desde casa es el hielo. Siempre debe aplicarse sobre la zona envuelto en una toalla para no quemar la piel. Además de reducir el desesperante picor, el hielo actuará para rebajar la hinchazón de la zona. De la misma manera, una pomada puede ser un alivio muy reconfortante. Pide a tu farmacéutico de confianza que te recomiende la mejor para ti.
+ Inflamación en el ano
La enfermedad hemorroidal se produce por una inflamación de las hemorroides, por lo tanto, es habitual que traiga consigo la sensación de molestias y de un cuerpo extraño en el ano. Sobre todo después de ir al baño, es normal sentir que algo se ha quedado fuera o enganchado. Y es que en los casos más graves, las hemorroides ya no se pueden volver a introducirse en el ano.
Además, la zona se vuelve más sensible, por lo que pueden aparecer irritaciones si no se tiene cuidado a la hora de utilizar papel higiénico. La higiene es muy importante para evitar infecciones y demás problemas, pero se recomienda lavar con agua tibia y jabón neutro mejor que con papel higiénico. Aunque este sea muy suave puede acabar raspando e irritando más la zona del ano.
Pruebas de diagnóstico de hemorroides
Los síntomas anteriormente descritos te pueden llevar a creer que tienes hemorroides. Sin embargo, el mejor diagnóstico lo hará un médico. Aunque en los casos más leves de almorranas no es necesario un tratamiento prescrito, es recomendable que tu médico de cabecera considere tu problema. Por ello, debes acudir a su consulta cuando empieces a sospechar que has desarrollado almorranas.
Pero, ¿qué pasa cuando vas a la consulta del médico?, ¿cómo se diagnostican las hemorroides?, ¿cuáles son las pruebas más frecuentes?
1 Preguntas sobre tu experiencia
Cuando vayas a la consulta de tu médico de cabecera tienes que estar preparada para algunas preguntas que te irá haciendo. Mucha gente tiene vergüenza a hablar de un tema como este, lo que le lleva a ocultar o pasar por alto parte de los detalles. Sin embargo, cuanto más le cuentes a tu médico sobre tu problema, más fácil le resultará diagnosticarte y encontrar un tratamiento ajustado a tus necesidades.
Estas son algunas de las preguntas que tu médico te podría hacer.
¿Te duele normalmente o solo al defecar?
¿Es un dolor intenso e inaguantable?
¿Has apreciado sangre en las heces? ¿Y en el agua del inodoro o en el papel higiénico con el que te has limpiado?
¿Desde cuándo llevas sufriendo los síntomas?
¿Sueles ser una persona estreñida?
¿Te has aplicado algún tipo de remedio casero?
2 Primero realizará una exploración visual
Tras hacerte unas preguntas, es posible que tu médico de cabecera te proponga realizar una exploración visual. Querrá ver el estado y aspecto de las hemorroides para determinar su gravedad.
Para ello te pedirá que te bajes los pantalones hasta las rodillas y que te tumbes en la camilla del consultorio sobre uno de tus costados. Te dirá que dobles las rodillas para que sea más fácil explorarte el ano. También es posible que te pida que te coloques en cuadrupedia, es decir, apoyado sobre las manos y las rodillas. Con unos guantes limpios, procederá a separar con las dos manos tus nalgas, de forma que pueda ver tu ano. Si la hemorroide está por fuera, en el caso de que sea externa, el diagnóstico será más sencillo.
3 Es posible que pase a una exploración rectal
Es posible que tras la realizar la exploración visual decida que es necesario realizar una exploración física. En tal caso, te pedirá que no te muevas e introducirá el dedo por el conducto anal para palpar la zona en busca de algo extraño. Si lo considera oportuno, se echará un poco de lubricante para que este procedimiento sea más cómodo. Es posible que, además, se valga de herramientas como el anoscopio o el rectoscopio.
Teniendo en cuenta las exploraciones, el doctor podrá determinar cómo son tus hemorroides. Te hará algunas recomendaciones para que no te empeoren y te propondrá algún tratamiento para casa (pomada o hielo).
En caso de que considere que tus hemorroides necesitan más estudio, te recomendará que vayas al proctólogo, el médico especialista en los problemas del recto. También es posible que te pida algunas pruebas médicas para saber más sobre la enfermedad hemorroidal.
4 La sigmoidoscopia para analizar tus hemorroides
Es posible que el proctólogo al que acudas te mande hacer una sigmoidoscopia. Se trata de un examen poco invasivo durante el cual se introduce un sigmoidoscopio en el ano. Esta herramienta alargada, que puede ser flexible o rígida, permite observar el interior del recto y del ano para observar las lesiones que se hayan producido.
5 Una colonoscopia para ver tu interior
Durante una colonoscopia se introduce un tubo con una pequeña cámara por el ano. De esta forma, el médico podrá observar tu interior y descartar enfermedades más peligrosas como un cáncer colorretal. Este procedimiento es especialmente útil si tienes hemorroides internas.
A partir de todas las pruebas, los médicos podrán diseñar un tratamiento, ya sea quirúrgico o no quirúrgico, para remitir los dolores provocados por las hemorroides.
Mitos sobre las hemorroides
Y para terminar, hay que desterrar una serie de mitos que, a modo de leyenda urbana, se han extendido dando lugar a percepciones erróneas de las almorranas. Estos son algunos de los más populares.
+ Solo los viejos tienen hemorroides. Esta afirmación es falsa. Si bien es verdad que con el paso de los años los tejidos se vuelven más débiles y, con ello, las hemorroides tienen que soportar una mayor presión, todo el mundo puede padecer hemorroides. No importa si eres joven o mayor, si llevas un modo de vida poco saludable eres más proclive a desarrollar una enfermedad hemorroidal.
+ Casi nadie tiene almorranas. Que muy poca gente hable de las hemorroides, no significa que no las tenga. Muchos se sienten avergonzados y lo consideran un tema muy íntimo que no quieren compartir con nadie. Debido a este secretismo, es complicado realizar estimaciones fiables. Sin embargo, los expertos aseguran que es un problema que afecta o afectará en algún momento de su vida a dos de cada tres adultos mayores de 30 años.
+ Las hemorroides son un síntoma de cáncer. Es mentira que tener hemorroides significa tener un principio de cáncer del recto. Si que es necesario, sin embargo, tener en cuenta que hay síntomas que se pueden confundir, como ocurre con el sangrado. Hay que estar atentos a observar si junto a la sangre se producen alteraciones en el funcionamiento del sistema digestivo así como cambios en la forma, consistencia o color de las heces. De ahí la importancia de los exámenes médicos.
+ La enfermedad hemorroidal puede causar anemia. En este caso, hay que darle la razón al mito: sí que se puede llegar a desarrollar una anemia como consecuencia de las hemorroides. Sin embargo, hay que tener en cuenta que este trastorno solo se produce en los casos más graves y de forma poco habitual. Se debe al sangrado excesivo de las hemorroides. Cuando las almorranas pierden mucha sangre, el resto del organismo puede llegar a quedar en una situación de anemia.
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