Las pruebas médicas más habituales para diagnosticar el dolor de estómago
Tanto la existencia de un historial médico detallado como la realización de una profusa exploración física van a resultar absolutamente pertinentes, a la par que fundamentales, para el diagnóstico de un dolor de estómago. Aunque esta es una operativa funcional que en la mayoría de casos es aplicable, existen casuísticas diferentes en las que nos podemos encontrar con patologías relacionadas con el sistema digestivo que necesiten de un diagnóstico más específico. Dolencias, dado el caso, que van a requerir el uso de pruebas más especializadas como las endoscopias, la prueba del aliento o las ecografías.
Diferentes métodos de diagnosticar un dolor de estómago
En un primer lugar, y antes de acceder a cualquier prueba médica adicional, el historial clínico ha de contemplar aspectos como el momento en el que se produjo el desencadenamiento de los primeros síntomas, la localización del dolor, la intensidad de las molestias, la ingesta actual de medicamentos, los hábitos que puedan ser tóxicos para la salud de la paciente y la duración en sí de la dolencia. Una vez tratados estos aspectos, y siempre que la gravedad de la dispepsia lo requiera, el médico podrá ordenar la realización de pruebas complementarias que permitan el diagnóstico efectivo del dolor de estómago.
Es el caso, por ejemplo, de la endoscopia digestiva y de la radiología de contraste que pueden ser usados en caso de que el médico de cabecera tenga algún indicio de que podamos estar desarrollando patologías tales como un cáncer gástrico o erosiones tanto duodenales como gástricas. El estudio radiológico se reservará únicamente para aquellas pacientes que no toleren la realización de una endoscopia, aunque ninguno de los dos métodos es recomendable para aquellas mujeres menores de 55 años que no presenten síntomas alarmantes.
Además de los métodos invasivos mentados existen otros como la prueba del aliento o el test rápido de la ureasa que pueden proporcionar diagnósticos no invasivos de diferentes tipos de dispepsias. Otras pruebas, dependiendo de la causa de la dolencia, pueden ser la tomografía computarizada, la ecografía del páncreas, la exploración visual del conducto biliar o la tomografía por resonancia magnética.
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