¿Tienes melancolía o depresión? Aprende a distinguirlas
La depresión se puede presentar de muy diversas formas, pero no todos los estados que llamamos depresivos son una depresión. Ocurre con la tristeza, con el pesimismo, con la nostalgia o con la melancolía. Si bien la depresión melancólica es una enfermedad por derecho propio, no lo es la melancolía, que se trata de un estado de ánimo.
Que el carácter melancólico no sea una depresión no le resta importa, ya que estamos hablando de un rasgo del carácter que te impide disfrutar de la vida, siempre pensando en el pasado, siempre rodeada de tristeza, desilusión e insatisfacción. Por eso nos gustaría aprender a distinguir entre melancolía y depresión.
Deprimida o melancólica
La melancolía se caracteriza por una sensación de tristeza, rayando en la agonía y por una incapacidad de disfrutar de la vida. Presenta rasgos comunes al mal humor, como inseguridad, pesimismo e inquietud. Y también nos podemos encontrar como ganas de llorar sin un motivo concreto y agitación.
Como ya sabemos, todos esos síntomas de melancolía, son también síntomas de depresión. La diferencia se encuentra en la medida en que esas emociones afectan a tu vida diaria. Una persona melancólica vive o sobrevive acarreando su pena por aquél tiempo pasado que siempre fue mejor, pero puede continuar perfectamente con sus actividades diarias.
Mientras que una persona que sufre una depresión, ve cómo todos esos síntomas no se conforman con aferrarse a su personalidad, sino que interfieren directamente en su vida cotidiana en forma de insomnio, ansiedad, fatiga y una desgana que puede llegar a paralizar la iniciativa más básica.
Tratamiento para la melancolía
Una vez diferenciadas melancolía y depresión, debemos pasar a poner soluciones y superar este desequilibrio emocional. Si lo que tienes es una depresión, los tratamientos para superarla son variados y pueden incluir desde fármacos hasta remedios naturales pasando por la psicoterapia.
Si lo que tienes es melancolía, probablemente no puedas recuperarte de ese estado si no es con alguna terapia psicológica y con muchas ganas de ser feliz. Porque la mayoría de la veces, cuando no estamos ante una enfermedad, sino ante una actitud, somos nostras mismas las que boicoteamos nuestra felicidad. Motivos como la culpabilidad o la falta de autoestima son los responsables de que no intentemos ser felices por todos los medios.
Por lo tanto, la cura contra la melancolía no es un remedio concreto, sino un cambio de actitud, siendo bien conscientes de que nos merecemos disfrutar de la vida, por mucho que estemos rodeadas de circunstancias adversas. Pero para creernos con derecho a ser felices, tal vez necesitemos ayuda psicológica.
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