La estrecha relación entre la angustia y la depresión
No siempre es fácil encontrar la fuerza psicológica suficiente para afrontar las pruebas a las que nos vemos sometidas a lo largo de nuestra vida. El exceso de responsabilidad, los errores mal asumidos, la competitividad o el estrés debilitan nuestro equilibrio emocional hasta el punto de sentirnos frustradas, impotentes y angustiadas. Y así nos encontramos en el momento propicio para sufrir una depresión.
Angustia y depresión; causa y efecto
Es muy natural que a lo largo de la vida pasemos por momentos difíciles, de tristeza, de angustia o de desánimo y nos sintamos deprimidas. Y aunque se trata de emociones negativas, si aprendemos a gestionarlas pueden servir como una catarsis, que nos empuje a empezar de nuevo con más fuerza.
Pero cuando el sentimiento de angustia se arraiga en nostras por un tiempo prolongado, debemos estar alertas e identificar si esa angustia es un trastorno emocional que puede llevarnos a una depresión o es un claro síntoma de una depresión ya consolidada. En cualquier caso, nuestro objetivo siempre será recuperar el equilibrio emocional buscando el mejor tratamiento, bien sea para la depresión, bien para el trastorno de angustia.
La angustia que puede conducirnos a la depresión se origina por un exceso de preocupación, cuando perdemos la perspectiva y nos invade el temor a lo que pueda suceder, no podemos asimilar el factor de incertidumbre que conlleva la vida y vivimos inmersas en una preocupación obsesiva por la salud, por la familia, por el trabajo o por el futuro.
Evitar la angustia que conduce a la depresión
La angustia se caracteriza por una sensación de opresión en el pecho, una profunda tristeza, una preocupación excesiva, sudoración, palpitaciones y mareos. Todos ellos síntomas que se corresponden también con muchos otros trastornos emocionales, por lo que a veces es difícil distinguir la angustia, de la ansiedad, del ataque de pánico, o de la depresión.
En cualquier caso, dado que los síntomas son los mismos, los remedios para evitar la angustia también son los mismos que en el caso de la ansiedad, es decir, buscar los medios más eficaces de relajación. Y uno de nuestros mejores aliados para aportar algo de tranquilidad a nuestro mundo interior es la respiración, algo que de tan básico, se nos olvida cómo debemos hacerlo. Por lo tanto, aprender a respirar será fundamental para mantener a raya tanto la angustia, como la ansiedad o los ataques de pánico.
Y aunque para evitar la depresión el trabajo más importante lo debemos hacer nosotras mismas cambiando nuestra perspectiva, sea la que sea, por otra que nos permita sentirnos más felices y tranquilas, no podemos dejar de recomendar visitar a un especialista para que nuestro trastorno emocional no se convierta en un impedimento vital.
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