Depresión por mal humor: un rasgo del carácter que necesita tratamiento
Hay personas que tienen mal humor, negativas, pesimistas que con el tiempo se vuelven irascibles y hasta agresivas. Hasta ahora se venía considerando el mal humor como un rasgo de la personalidad que podíamos cambiar y no faltan los consejos para tomarse la vida con mejor humor.
Sin embargo, cada vez más especialistas sostienen la teoría de que el mal humor crónico, ese que no surge en un momento determinado de cabreo, sino que es una actitud ante la vida, responde a ciertos desequilibrios neuronales y está muy relacionado con la depresión.
El mal humor y la depresión
Al contrario de lo que sucede con la tristeza, la ansiedad, los problemas laborales o las rupturas sentimentales, que lo mismo pueden ser causa o efecto de la depresión, la relación entre el mal humor y la depresión se sitúa en otro plano. Y es que cada vez más especialistas están tratando el mal humor con las mismas terapias que la depresión.
El mal humor tiene componentes de inseguridad, de miedo, de insatisfacción y se manifiesta en forma de negatividad, de irritabilidad y de agresividad, pero en última instancia, el mal humor tiene un origen fisiológico producido por desajustes neuronales. Parece que las personas con mal humor tiene bajos niveles de dopamina y endorfinas, algo que les impide disfrutar de la vida.
No se trata pues, de un rasgo del carácter, algo que se pueda cambiar solo con voluntad, sino que responde a un proceso químico que debe ser tratado con los mismos métodos que la depresión, es decir, con un tratamiento farmacológico y psicológico. Al fin y al cabo, el mal humor presenta algunos síntomas propios de la depresión como son la falta de ilusión, la pérdida de interés y la inquietud.
Consecuencias del mal humor
Ya sabemos cómo una depresión mal tratada puede llegar a destruir la vida de quien la padece. Con el mal humor crónico ocurre lo mismo, ya que se trata de una situación sumamente complicada de tolerar tanto para la persona que la sufre como para las que están a su alrededor.
Porque el mal humor implica una visión negativa de la vida, todo está mal y todo seguirá estando mal porque no puede ser de otra manera. Además, la persona que sufre el mal humor se siente atacada y reacciona de forma agresiva. Cualquier asunto es motivo de discusión y cualquier situación es motivo de insatisfacción.
De esta manera, el mal humor puede dejar a la persona enferma en un estado de exclusión social con grave riesgo de suicidio. Una circunstancia que se ve agravada por la falta de diagnóstico y de tratamiento que permanecerá hasta que el mal humor no reciba la atención que merece como cualquier otro trastorno emocional.
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