El Síndrome del espejo: obsesionada con los defectos

Laura Sánchez, Filóloga

Vivimos en una sociedad donde nuestra imagen y nuestra estética acaban definiendo nuestra personalidad. Sin pararnos a pensar que la belleza es un concepto relativo, estamos sujetas a los cánones estéticos que dicta la publidad y la moda y así, acabamos convertidas en figurines cortados por el mismo patrón. Los intentos de promover un modelo de belleza más sano no tienen mucho éxito, por lo que cada vez más gente depende de su imagen para triunfar, para conseguir un empleo o para gustarse a si misma. Esto lleva a obsesiones y trastornos alimentarios tales como la anorexia, pero también a desequilibrios emocionales que pueden convertirse en una fobia, como el Síndrome del espejo.

Qué es el Síndrome del espejo

El Síndrome del espejo consiste en distorsionar nuestra imagen real hasta el punto de encontrar defectos que no tenemos o magnificar los que ya tenemos. Se trata de un trastorno emocional importante por las consecuencias que puede llegar a tener para la salud y, generalmente, va asociado a enfermedades como la anorexia, la bulimia o la vigorexia.

También llamado Trastorno Dismórfico Corporal o Síndrome de Tersites, sus diferentes denominaciones adelantan algo de lo que supone este trastorno: un desajuste entre la imagen real y la que nos muestra el espejo, una insatifascción con nuestro propio cuerpo y una inseguridad por no cumplir con las expectativas estéticas de la sociedad. 

Como ocurre con otros trastornos relacionados con la estética, la persona que lo sufre no puede observarse objetivamente y su necesidad de mejorar su imagen responde a un perfil perfeccionista, demasiado exigente consigo misma y muy pendiente de la opinión de los demás.

Superar el Síndrome del espejo

Hay que estar muy atentas a los primeros síntomas de este trastorno porque el Síndrome del espejo deriva en depresión y fobia social, llegando en ocasiones a ser una causa de suicidio. Por eso, el tratamiento requiere una terapia psicológica a tiempo.

Es normal que cuando te mires al espejo reconozcas todos tus defectos y, hasta cierto punto, también es normal intentar disimularlos y hacer todo lo posible para mejorar nuestra imagen, para mantenernos en forma y para estar más guapas. Pero cuando lo convertimos en una obsesión, recurriendo a continuos tratamientos estéticos o poniendo en peligro nuestra salud, es el momento de parar y vernos a nosotras mismas desde otro punto de vista.

El sentido del humor va a ser fundamental para aprender a gustarnos y a aceptarnos. Ni podemos alcanzar la perfección estética, ni falta que nos hace, porque esos defectos físicos, también forman parte de nuestro encanto personal. Si cada vez que te mires al espejo te repites que te ves estupenda, poco a poco conseguirás que los demás también te vean estupenda.

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