El perfeccionismo, un obstáculo para mejorar la autoestima
Querer hacer las cosas bien no es sinónimo de perfeccionismo. Aunque el perfeccionismo es considerado en esta sociedad tan exigente y competitiva una virtud, la verdad es que estamos ante un lastre del desarrollo personal. El perfeccionismo es uno de los mayores obstáculos para mejorar la autoestima porque, admitámoslo, no somos perfectas. Es más, ¿quién quiere ser perfecta?
Perfeccionismo y baja autoestima
Los problemas de autoestima surgen por una valoración distorsionada de una misma. Algunas personas se quedan inactivas pensando que no valen nada, que son inútiles y que para qué van a hacerlo si lo van a hacer mal. Otras, en cambio, se exigen demasiado y tienen la necesidad de hacerlo todo perfecto. Si esta opción parece tan diferente, en realidad se trata de una muestra más de baja autoestima.
El exceso de perfeccionismo produce la misma sensación de frustración que la baja autoestima porque nunca, en ningún momento, se va a lograr ese grado de perfección que una desea. Al final, la imagen resultante es la de una persona que se no se valora, que no se acepta a sí misma y que está insatisfecha con su vida porque nunca consigue nada de lo que desea, o en la forma en que ella desea.
Admitir la imperfección para mejorar la autoestima
El problema con el perfeccionismo es que en la sociedad en que vivimos es considerado más una virtud que un obstáculo en el desarrollo personal. Es poco realista buscar la perfección, en cualquier ámbito que estemos hablando, y de esa búsqueda solo puede resultar insatisfacción vital y frustración. El perfeccionismo es una de esos lastres que nos impiden mejorar la autoestima y situarla a unos niveles aceptables.
Una de las virtudes de una buena autoestima es aceptarse a una misma, con sus aciertos y desaciertos, y esa aceptación no la permite un perfeccionismo que viene cargado de autoexigencia, autocrítica y de valoración negativa de nuestras capacidades. Porque si queremos hacerlo mejor, significa que ahora no lo estamos haciendo bien.
Relativizar los errores y aprender de ellos es algo que tampoco permite el espíritu de la perfección, con lo que acabamos distorsionado nuestras verdaderas aptitudes. A pesar de que las personas perfeccionistas den una imagen de personas seguras de sí misas y muy competentes, la verdad es que en la mayoría de los casos el perfeccionismo esconde un complejo de inferioridad e incapacidad.
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