Complejo de Caperucita: ¿eres demasiado servicial?
Está bien ayudar a los demás, tener buen corazón y estar disponible para aquellas personas que nos necesitan. Pero cuando esta actitud de servicio es excesiva puede que estemos ante el complejo de Caperucita, tras el que se esconde una baja autoestima. En nuestro diccionario de complejos te contamos todos los detalles del complejo de Caperucita.
Cómo superar el complejo de Caperucita
Todas conocemos el cuento de Caperucita Roja, una niña que con tal de ayudar a su abuelita era capaz de atravesar el bosque y arriesgarse a encontrarse con el lobo feroz. Porque lo primero era el bienestar de su abuela. Las personas que sufren este complejo psicológico actúan a modo de Caperucita, poniendo el interés de los demás por encima del suyo propio. En la base de este complejo se encuentra una baja autoestima y una necesidad patológica de agradar a los demás.
Pero resulta que nunca vamos a poder contar con la aprobación de todo el mundo, ni tampoco con el cariño de todo el mundo. Poco importa si dedicamos nuestra vida entera a estar pendientes de los que nos rodean, a poner sus necesidades por encima de las nuestras, a ser sus hadas madrinas y estar disponible constantemente para satisfacer todos sus deseos, que lo único que vamos a conseguir es maltratar un poco más nuestra autoestima con este complejo de Caperucita que es uno de los más difíciles de detectar.
Algunos de los valores más interesantes de las personas son la generosidad y la solidaridad, pero son valores que únicamente son efectivos si se hacen de corazón y no por una necesidad de ser queridos. El primer paso para superar este complejo de Caperucita es darnos cuenta de que no ayudamos a los demás movidas por el altruismo, sino por un miedo irrefrenable a que no nos acepten. Estamos hablando, por supuesto, de problemas de autoestima.
¿Dónde está el equilibrio?¿Cómo podemos abandonar a Caperucita sin vernos sumergidas en el egocentrismo propio de un complejo de Narciso? La clave está en tener bien claro que somos independientes, que nuestra individualidad también cuenta y que para poder amar a los demás hay que saber amarse a una misma. De igual manera, si queremos ayudar a los demás, primero tenemos que ayudarnos a nosotras mismas.
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