Aceites esenciales para la ansiedad: cómo hacer tu aceite esencial casero

Laura Sánchez, Filóloga

Cada vez más personas optan por terapias alternativas o remedios naturales a la hora de combatir los problemas de ansiedad. Sin perjuicio de los tratamientos médicos convencionales, la naturaleza puede proporcionarnos la relajación que necesitamos para calmar los nervios y la inquietud. Y los aceites esenciales son uno de esos remedios naturales contra la ansiedad que más nos gustan y que podemos elaborar fácilmente en nuestra casa.

Los aceites esenciales para la ansiedad

Para combatir la ansiedad llega la aromaterapia que utiliza los aceites esenciales de algunas plantas por sus propiedades relajantes y calmantes. Se trata de uno de los remedios para la ansiedad que más nos gustan porque es un tratamiento cargado de bienestar, un regalo para los sentidos y un revelador de emociones positivas.

Además, los aceites esenciales para la ansiedad se pueden utilizar de muy diferentes maneras. Si bien la forma más usual es disfrutarlos inhalando su aroma en un quemador de esencias, también se pueden añadir unas gotas del aceite esencial al agua del baño en una de las experiencias más placenteras y beneficiosas para cualquier estado de ansiedad o de estrés.

En el caso de la ansiedad, podemos tomar nota de los aceites esenciales más adecuados para combatir los nervios. Manzanilla, melisa, bergamota, salvia, sándalo, tomillo y, por supuesto, lavanda, que es la estrella de las terapias anti ansiedad, son las plantas que pueden ayudarnos a encontrar cierto equilibrio emocional.

Cómo hacer aceite esencial en casa

Los aceites esenciales que compramos en herbolarios o perfumerías suelen ser bastante caros, por lo que nos hemos sumado a la tendencia del DIY o "hazlo tú misma" para elaborar nuestros propios aceites esenciales contra la ansiedad. Es un proceso sencillo y económico que nos permitirá tener a mano las esencias de las plantas más relajantes.

Para hacer aceite esencial de, por ejemplo, lavanda, vamos a necesitar unas cuantas flores secas de lavanda. Las trituramos en un mortero y las introducimos en un frasco pequeño de cristal. En un cazo, ponemos a calentar aceite, que puede ser de oliva, de almendras o de girasol, y lo añadimos a las flores de lavanda. Durante un par de días, agitamos el frasco y luego traspasamos la mezcla a otro frasco color ámbar a través de un colador fino o filtro de café.

Esta es la forma más sencilla de elaborar nuestro propio aceite esencial, que puede ser de lavanda o de cualquier otra planta. Pero conviene recordar que los aceites esenciales nunca deben ser ingeridos, ya que algunas plantas contienen sustancias tóxicas. En todo caso, es mejor hacer una prueba con el aceite esencial que hemos elaborado echando unas gotas en un algodón y masajeando con él el antebrazo.

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