Los secretos de una dieta equilibrada
A medida que se van aproximando las temperaturas altas y la estación veraniega, nos vamos preocupando progresivamente de nuestro aspecto físico y de si llegaremos a lucir el bikini con un cuerpo fino y delgado. Con las prisas tendemos a hacer caso de dietas milagro y productos que muchas veces nos perjudican más que ayudarnos. La clave para mantenernos delgadas y saludables reside en seguir, durante todo el año, una dieta que sea equilibrada.
Para que un régimen alimenticio sea equilibrado ha de constar de alimentos que aporten a nuestro organismo todos y cada uno de los nutrientes necesarios para obtener una salud óptima. Este tipo de dieta ha de ser variada focalizándose, sobre todo, en los productos frescos y de temporada.
Una alimentación equilibrada es la base de cualquier dieta
Si queremos seguir una rutina alimenticia a largo plazo de forma que nos planteemos no sólo llegar a un objetivo de reducir peso sino, además, complementarlo con fines saludables, lo más probable es que encontremos el mejor consejo y seguimiento en los profesionales de la nutrición. A fin de cuentas los regímenes dependen de múltiples variables tales como el sexo, la altura, el peso, la climatología, nuestro tipo de vida o la edad.
Sin embargo, sí que podemos alcanzar a dar una serie de pautas generales que tienden a ser comunes a la gran mayoría de las dietas equilibradas existentes. Para que la cantidad de nutrientes que aportemos a nuestros organismo esté equilibrada las proteínas deben suponer un aporte calórico en torno al 15%, los glúcidos (o hidratos de carbono) deben aportar, al menos, un 55% de las calorías ingeridas y, por último, las grasas no deben sobrepasar el 30%.
En la variedad está el éxito
Hay que tener claro, en primera instancia, que no suele haber alimentos concretos que sean perfectos para una dieta o que resulten prohibidos, la clave reside en que el conjunto se adapte a nuestras necesidades. Debe haber una serie de productos que marque fundamentalmente la línea a seguir y otros que pueden ser complementarios y que, por tanto, pueden aparecer de forma esporádica en nuestros regímenes.
Es factible seguir una serie de guías básicas a través de las cuáles comprender los alimentos que pueden ser complementarios y los que pueden ser más comunes. Hay que evitar la ingesta de carnes rojas más de una vez el día y tratar de combinarlas, e incluso sustituirlas, por pavo, pollo o pescado. Tendremos que procurar la permutación de los productos lácteos grasos por los desnatados. Las frutas y las verduras han de ser abundantes en nuestra rutina alimenticia.
La cocción también resulta trascendental, siendo las más aconsejables la brasa, el hervido y el horno. Por último, deberemos reducir el consumo de productos de bollería y dulces a ocasiones excepcionales.
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