Beneficios de la dieta de los puntos
Entre el numeroso abanico de regímenes alimenticios que podemos elegir, existen algunos más estrictos y otros más llevaderos. La experiencia nos dice que si somos demasiado exigentes y prohibitivos con una dieta, las probabilidades de fracaso aumentan exponencialmente. Resulta absolutamente recomendable que, a pesar del control que debemos llevar sobre nuestra alimentación para adelgazar o simplemente llevar una vida sana, podamos comer ocasionalmente alimentos que nos gusten.
La dieta de los puntos es una rutina que, a priori, nos permite comer todo aquello que nos guste y dejar de lado esa limitación psicológica que supone estar constantemente pendientes de las calorías que ingerimos. Esta dieta asocia a cada alimento una puntuación, por lo que diariamente podemos acumular una cantidad máxima de puntos en función de nuestra edad, estatura, género y el peso que nos hayamos propuesto alcanzar.
Cómo organizar una dieta de los puntos
La mayor de las ventajas que se obtiene a través la dieta de los puntos es la capacidad y libertad que vamos a obtener para organizar nuestros menús según nuestras preferencias y gustos. Siempre y cuando respetemos las reglas del juego y cumplamos con los puntos diarios previamente establecidos.
La puntuación de los alimentos está establecida en función de la cantidad de calorías, carbohidratos, grasas y proteínas que contienen. También se establecen rangos de puntuación dependiendo de la sensación de saciedad que nos deje cada alimento, es decir, se atribuyen menos puntos -y por lo tanto se podrán tomar más veces- a todas aquellas comidas y bebidas que nos hagan sentir llenas durante más tiempo.
Pero como todas las rutinas alimenticias que se precien, ésta tiene una serie de parámetros básicos que habrá que cumplir diariamente si no pretendemos fracasar en nuestro objetivo de adelgazar. Hay que hacer cinco comidas por jornada, ingerir cinco piezas de verduras o frutas, consumir dos litros de agua, tomar alimentos ricos en calcio, practicar deporte de forma regular, utilizar en nuestros platos 3 porciones de grasa (especialmente aceite de oliva virgen) diarias y evitar el alcohol.
Una dieta en la que se aprende a comer
Aprender a organizar la dieta permitiéndonos un capricho ocasional va a provocar que, por un lado, estemos más pendientes, preocupadas e interesadas en los alimentos que vamos a ingerir y, por otro, salvaremos el escollo psicológico del hastío pues podremos variar la rutina a conciencia, siempre y cuando no excedamos el número de puntos dispuesto.
Esta dieta no debería llevarse a cabo durante un período superior a 4 o 5 semanas sino se realiza bajo el auspicio y el control de un profesional médico que pueda detectar cualquier tipo de anomalía o carencia nutricional. Tampoco resulta recomendable llevarla a cabo si somos mujeres con antecedentes en dolencias de carácter nervioso o si estamos embarazadas. También conviene alejar a los niños menores de 12 años, quiénes necesitan una alimentación más adecuada y específica a su fase de crecimiento.
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