Enfermedades de la piel: principales riesgos y prevención
Son numerosos los casos de enfermedades en la piel, así como las diferentes causas que pueden originar su aparición, ya sea desarrollándolas directamente o colaborando y reforzando la generación de la patología específica que nos afecte. Dado el caso, existen muchas mujeres que tienen una predisposición genética hereditaria para el desarrollo de alguna de estas anomalía cutáneas como la dermatitis o la soriasis que, por otra parte, pueden ser reforzadas por infecciones víricas o durante épocas en las suframos un exceso de estrés. Estas enfermedades de la piel van a ser tratadas siempre por un profesional específico, el dermatólogo, quién se encargará de realizar un diagnóstico preciso.
Enfermedades de la piel que pueden alterar nuestra salud
Tan amplio como el espectro de enfermedades que pueden afectar a la salud de nuestra dermis es el grado de severidad que pueden desarrollar estas patologías. Algunas de estas dolencias tan sólo disponen una consideración estética, siendo completamente inofensivas para nuestro organismo como es el caso de los trastornos en la pigmentación de la piel, la queratosis seborreica o las callosidades. También existen patologías dermatológicas con carácter inflamable que, a menudo, se materializan en forma de dolores y picores: dermatitis, seborrea, eccemas o urticaria. Por último, podemos encontrarnos con enfermedades cutáneas de tal magnitud que nos pueden arrastrar a la realización de terapias muy severas: el cáncer de piel.
El diagnóstico de las enfermedades que afectan a la piel suele realizarse en base a una alteración que denota diferencias tangibles entre el estado sano de la dermis y el aspecto que dispone cuando sufre alguna anomalía. Es el caso de las llamadas eflorescencias, que son modificaciones sustanciales en el proceso patológico de la piel que se materializan en forma de pústulas, máculas, placas, fisuras, erosiones, escamas, costras, quistes o surcos, entre otras manifestaciones.
Por regla general, las patologías cutáneas leves pueden ser tratadas a través de productos de venta libre como cremas o ungüentos que contienen ingredientes beneficiosos para la recuperación de la piel, aunque perjudiciales en el largo plazo, tales como la cortisona o los desinfectantes. En los casos de enfermedades más graves, el dermatólogo va a prescribir medicamentos sistémicos o antibióticos que, al igual que las terapias locales, pueden disponer efectos secundarios sobre el organismo.
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