Beneficios del ácido glicólico en tratamientos faciales

El ácido glicólico procede del azúcar de diferentes frutas, por lo que se los conoce como ácidos frutales. La fortaleza de un ácido la mide el pH, siendo mayor la fortaleza cuanto menor es el número. En el caso del ácido glicólico, en concentraciones de entre un 10% y 70%, su pH más ácido es 2.5, justo el límite legal del uso de ácidos para estética, ya que niveles menores sólo pueden utilizarse por médicos para casos puntuales.

En estética los ácidos como el glicólico se usan como herramienta para, por un lado, exfoliar capas de piel (peeling) y así afinar la piel, rebajar el tono de las manchas de la piel y atenuar las arrugas.

Los usos del ácido glicólico para el cuidado de la cara

Por otro lado, si después de un ácido aplicamos cualquier sustancia activa el ácido permeabiliza más la piel haciendo que la sustancia activa penetre en mayor cantidad y más profundamente, siendo lo que se denomina un bioconductor. Por último, al bajar el pH de la piel al 2.5, siendo el neutro de la piel el 5.5, la piel responde generando más agua para compensar ese pH ácido, aumentando la hidratación.

En los años 80 y principios de los 90 se usaba el ácido glicólico para tratar el acné, ya que al reducir el pH al 2.5 se eliminaba la bacteria que causa el acné, pero resulta contraproducente ya que se elimina todo el nivel de lípido de la piel dejándola desprotegida y forzándola a generar más grasa para compensar, provocando un efecto rebote y causando quistes de grasa bajo la piel.

Cualquier ácido que se use en estética se debe usar en épocas en las que el sol no esté muy presente, ya que al dejar la piel más desprotegida está más expuesta a la radiación solar, que aumenta el riesgo de quemaduras, manchas e incluso melanomas. El ácido glicólico por sí solo no es solución a ningún problema de la cara pero sí es una herramienta muy útil en ciertos tratamientos faciales.

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