Mujeres y hombres: parejas (aparentemente) felices
Son la pareja perfecta, son la pareja feliz. Lo tienen todo, éxito en el trabajo, unos niños preciosos y un adosado en una urbanización de clase media. Pero no de clase media sin más, sino de clase media acomodada que es donde se gestan la mayoría de estas parejas aparentemente felices. La hipocresía no escapa a las relaciones entre mujeres y hombres y así nos damos de bruces con parejas que aparentan ser perfectas.
Parejas que parecen felices
Las parejas que parecen ser felices siempre están muy sonrientes, siempre se dan la mano y nunca tienen un mal gesto, ni una palabra de hastío con su pareja. Las parejas que parecen ser felices suelen ser muy envidiadas por sus amigos debido a esa imagen que transmiten de entendimiento y sosiego. Al fin y al cabo, esa complicidad, ese apoyo mutuo, ese consenso es el ideal de pareja que todos buscamos.
Sus amigos los observan como ejemplares únicos en peligro de extinción y no falta quien le recrimina a su pareja que no tenga un comportamiento parecido al de esta pareja feliz. Pero es que hacen falta dos para no lanzarse cuchillos afilados disfrazados de broma conyugal en medio de una cena de amigos. Mientras que el resto de las parejas dejan intuir por dónde van sus problemas domésticos, la pareja que parece feliz se mantiene con la cabeza alta ajena a la conversación.
Porque las parejas que parecen ser felices no tienen los típicos problemas de pareja. Ellos están en otro nivel, en otra esfera. Ellos no discuten, entre ellos no hay malentendidos, no se gritan, no pegan el portazo. Porque ellos se quieren, se respetan y son absoluta y rotundamente felices.
La felicidad de una pareja perfecta
Cuando llega a casa, lejos de las miradas de los demás, esta pareja que parece ser feliz ya no se sonríe, ya no se da la mano y procura mantenerse lo más alejada posible. Porque esta pareja que parece feliz no se soporta. Ninguno de los dos soporta la mentira en la que viven y por eso, él desparece algunos días sin dar explicaciones y, ella se machaca en el gimnasio para ver si así vuelve a conseguir que su marido la mire.
Las parejas que parecen felices fuera de casa, no lo son tanto cuando cierran la puerta tras de sí. Pero existe una diferencia entre las parejas que se muestran a las claras tal cual son y estas parejas aparentemente felices. Cuando una pareja de verdad llega a casa, puede que se pongan a discutir, por lo que le molestó a uno y por lo que le sentó mal a la otra. Discutirán, se gritarán, dudarán y, finalmente, se reconciliarán aceptando que son una pareja imperfecta.
Por su parte, en casa de la pareja que parece ser feliz no habrá discusión, habrá algo que mata mucho más el amor, habrá indiferencia. Despojados de sus disfraces, cada uno se sienta en un lado del sofá, manteniendo la fría calma, pero calma al fin y al cabo. Porque eso es lo que se espera de una pareja perfecta.
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