Mujeres y hombres: manual de la soltera de oro

Laura Sánchez, Filóloga

Hace tiempo que las solteras dejaron de ser solteronas para convertirse en solteras de oro. Hace tiempo que pasaron de ser señaladas con desprecio y pena para ser envidiadas por el común de los mortales. En vista de las dificultades que se presentan en las relaciones entre mujeres y hombres, algunas mujeres, cada vez más, eligen vivir sin pareja. Eligen ser solteras de oro.

Qué se pierden las solteras

Hubo un tiempo en que las solteras eran miradas con recelo, con pena y hasta con desprecio. La gente se preguntaba cómo una persona en su sano juicio iba a renunciar a los placeres de la convivencia en pareja, a ser esposa, a ser madre. Cómo una podría soportar acudir a eventos familiares y sociales sin su pareja estable...qué pena. Y peor era el caso de esas solteronas que no estaban en esa situación por elección, sino porque no habían encontrado un marido a tiempo. A saber qué cantidad de defectos tendrían para que ningún hombre se hubiera fijado en ellas.

Hoy es el día en el que las solteras no renuncian a nada, ni siquiera a ser madres, porque cada vez más mujeres se lanzan a la aventura de la maternidad en solitario sin la inestimable ayuda del hombre de la casa. Sin embargo, aún pervive cierta creencia de que las solteras se están perdiendo algo. ¿Qué se pierden? Se pierden los abrazos de la persona que te ama incondicionalmente. Eso es lo que se pierden las personas que no comparten su vida con una pareja; con una pareja que las quiera.

Las solteras también se pierden las comidas de los domingos en casa de la suegra, se pierden el placer de hacer doble colada y doble plancha, se pierden tener que estar detrás del hombre de su vida recogiendo lo que deja tirado y se pierden las apasionadas discusiones de pareja. También se pierden dar y pedir explicaciones, se pierden el encanto de avisar cuando van a llegar tarde, se pierden organizar unas vacaciones a dos y se pierden la asfixiante sensación de la exclusividad sexual.

Qué pena ser soltera

Una pena ser soltera. Es una pena porque las solteras convencidas no viven buscando pareja en cualquier lado, no hacen planes de futuro con sus compañeros sexuales, no sienten la presión de encontrar a esa mitad, a esa media naranja que las llene. Y es que las solteras ya están llenas, en su individualidad no necesitan complementos ni rellenar vacíos. Resulta penoso, indudablemente, poder viajar al destino preferido en vacaciones, sin negociaciones, poder conocer gente interesante...penoso.

Y así, con esta pena, las solteras se van convirtiendo en personas admiradas y envidiadas. Capaces de saltarse las convenciones, de encontrar la felicidad por ellas mismas, de gustarse a sí mismas, de practicar la independencia, de renunciar a una falsa estabilidad sentimental, de alejarse de las farsas emocionales. ¿Y el sexo? El sexo bien, gracias. ¿Y el amor? Resulta que vivir en pareja no siempre es sinónimo de vivir con amor.

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