Falsos mitos: las mujeres sufren más que los hombres

No es ciencia cierta, pero sí es creencia popular que las mujeres sufren más que los hombres, no solo en la relación de pareja, sino por todo. Mujeres y hombres no se comportan igual en cuanto a sentimientos y de ahí las confusiones que se generan. Las mujeres se lo toman todo a la tremenda, las mujeres son hipersensibles y a los hombres les da todo igual, porque los hombres ni sienten, ni padecen. Estas son la apariencias, pero no la realidad. ¿Las mujeres sufren más que los hombres?

Los hombres no lloran

Hemos hablado muchas veces de ciertas incapacidades masculinas, como la incapacidad para consolar, para escuchar, para hablar....y a estas incapacidades debemos sumarle otra, que es la de llorar. Los hombres no lloran porque así está dibujado en los primigenios planos de la sociedad patriarcal. El llanto está reservado para las mujeres y no es accesible a los hombres.

Pudiera parecer así, al ver a una mujer llorando desconsoladamente mientras su novio se muestra impasible, que esa mujer está sufriendo más que el hombre. Pero no es así. Los hombres aseguran que también sufren, aunque no se les note nada de nada y puedan seguir atentos al partido de fútbol. No hay más que ver las reacciones de mujeres y hombres tras una discusión de pareja.

Las mujeres se encierran en sí mismas a reflexionar sobre el problema, buscan soluciones, buscan medios de comunicación más eficaces que las palabras, lloran y se desesperan porque no encuentran la salida. Pero también lloran porque se encuentran solas en la tarea de recomponer la pareja. ¿Al hombre no le importan los problemas de pareja? ¿Cómo puede salir a tomar una cerveza con los amigos en medio de una tormenta sentimental?

Los hombres también sufren

Los hombres también sufren. Los hombres también sienten. No lo decimos nosotras, sino que recogemos las afirmaciones indignadas de los hombres del mundo. Ellos sufren por la relación, a ellos les afectan las discusiones de pareja, ellos tienen sentimientos, pero nosotras no sabemos verlo. Las incapacidades no iban a ser de dominio exclusivo masculino.

De esta manera, llegamos a la conclusión de que los hombres sí sufren, que algunos se sentirían mejor si pudieran llorar, que en su fuero interno están deseando darnos un abrazo de consuelo cuando todo va mal, que les preocupa la relación y que les afectan las discusiones de pareja. Que nosotras no sepamos verlo ya no es su problema. Pero ellos sufrir, sufren.

Y es que las mujeres dudamos continuamente de la capacidad de empatía de los hombres, de su capacidad para sentir y hasta de su capacidad de atención. Nos preguntamos por ese compartimiento típicamente masculino de ignorar los problemas de la pareja y acabamos por pensar que si no sufren es porque no han entendido nada.

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