¿Es de verdad tan perfecto? la evidencia de que ese hombre no lo es

No es que vayamos buscando la perfección en las relaciones de pareja, pero cuando aparece un presunto príncipe azul en nuestras vidas la alegría es doble y la felicidad inmensa. Pero como la vida no es una película de Hollywood ni un cuento de hadas, no nos queda más remedio que sospechar. Ese hombre no es tan perfecto como parece y tenemos la evidencia.

Ese hombre no es tan perfecto como imaginas

Qué suerte la tuya, que casi no te lo puedes creer. Desde la primera cita ese hombre se presentó como un príncipe azul, de los de los cuentos, de los de las películas o de los que tú tenías ahí guardados en tu imaginación. Y de pronto va y se convierte en real. ¿Cómo es posible? Despierta, lamentamos comunicarte que no es posible.

Más lamentamos tener que advertirte que te mantengas alejada de esos hombres demasiado perfectos, de los galanes románticos que también saben ser pasionales, de los que todo en la vida les va sobre ruedas, de los de sonrisa perenne y energía inagotable. Y de esos que te tratan como una princesa desvalida a la que tienen que rescatar de quién sabe qué.

Que tú te enamoras y no ves más que lo que quieres ver, como nos pasa a todas. Pero tu experiencia amorosa debería servirte para detectar a cualquier farsante que se hace pasar por lo que no es. Porque la realidad es que no hay príncipes azules, no hay hombres ideales y no hay hombres perfectos. Ni falta que hace. Porque nosotras tampoco somos perfectas y entonces el equilibrio necesario en cualquier relación brillaría por su ausencia.

Podemos elaborar teorías de adaptación biológica para que te des cuenta de que esa perfección que rodea a ese hombre es pura ficción. No como la de las películas, tampoco te está mintiendo deliberadamente, sino que el proceso de conquista implica engalanar la personalidad hasta el punto de aparecer como ese hombre ideal pluscuamperfecto que siempre habías soñado.

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