Historia de amor romántica: poesía para el amor
Lorena era una apasionada de la lectura, concretamente de la novela, porque la poesía no la consideraba si quiera género literario. Ella bromeaba con su aversión a la poesía diciendo que era una "tía dura", aunque no fuera tan dura cuando el novio de turno le rompía el corazón. Su pasión por los libros la llevó a apuntarse al club de lectura que se reunía cada semana en la biblioteca municipal. Y en una biblioteca empezó su última historia de amor.
Amor entre libros
En el club de lectura se encontró con personajes variopintos con los que solo tenía una cosa en común, los libros. Y fue en ese grupo de gente dispar donde conoció a Javi, el coprotagonista de esta historia de amor romántica. En absoluto fue un flechazo, ninguno de los dos se atrajo con la mirada al primer instante, ninguno notó un despertar de los sentido cuando se sentaron uno junto a otro.
Las miradas y los sentidos llegarían más tarde. Después de muchas tardes comentando el libro semanal, después de los muchos cafés que seguían a las reuniones de la biblioteca. Así es como empezaron a conocerse Lorena y Javi, así es como empezaron a conocerse, a aceptarse, a gustarse. Sin embargo, las diferencias en cuanto a sensibilidad les separaban tanto.
Porque Javi era un enamorado de la poesía y no podía comprender cómo una chica culta, sofisticada y emotiva podía renegar del placer sensual de la lírica. Ya con cierta confianza, pero aún sin atisbo de amor por ningún lado, Javi empezó a mandarle poemas de amor. Poemas que no eran suyos, poemas breves que hablaban de cuerpos y de pieles, con la esperanza de abrir la puerta sensible del duro corazón de Lorena.
Los poemas de una historia de amor romántica
A Lorena le hacía gracia el interés que Javi ponía en que ella se pasara al lado romántico, al lado suave y delicado del amor, a la lírica, a las palabras corrientes que se juntan con intención de amar. Pero no creía posible que algún día, uno de esos poemas le dijera algo, la llegara al corazón. Un día pasó. Un día, ese papelillo que Javi le pasaba a escondidas durante la reunión de la biblioteca le provocó un huracán de sensaciones.
El poema no iba firmado, como otras veces. El poema era de Javi, un poema que había escrito expresamente para Lorena, casi sin darse cuenta. Porque mientras iba escribiendo los versos, la imagen de Lorena se iba dibujando en su mente de una forma tan real que sintió cómo la tocaba, cómo la acariciaba, cómo la besaba. Así surgió su poema, así surgió su amor.
A fuerza de buscar poemas hermosos y románticos que removieran el lado sensible de Lorena, Javi fue creando un vínculo de amor entre él, ella y los poemas. Y no se dio ni cuenta hasta que el alma empezó a dictarle ese último poema, que le dio ese último día en la biblioteca, el día que empezó su verdadera historia de amor.
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