Historia de amor para no dormir: buscar el sueño y encontrar el amor
Un bonito sueño de amor
Joana no podía concentrarse aquella mañana en la oficina. No había dormido en toda la noche y ya llevaba varias noches seguidas sin pegar ojo. Las malditas pesadillas no la dejaban descansar, convertían sus noches en interminables horas de pánico y sus días en agotadoras jornadas laborales en las que no tenía ni fuerzas. Sus compañeras de trabajo notaban que llevaba días sin dormir y le hacían bromas sobre esa supuesta historia de amor que iba a acabar con ella.
Sin sueño y sin amor
¿Historia de amor? Las ojeras con que aparecía cada mañana en el trabajo y que cada vez eran más difíciles de disimular no eran fruto de noches de intensa pasión y frenética actividad sexual. No. Si Joana no podía dormir era por las malditas pesadillas que de vez en cuando surgían de su subconsciente para martirizarla durante unas cuantas semanas. Luego desaparecían y Joana podía descansar hasta nuevo aviso.
Siempre había pensado consultar su problema de insomnio intermitente con algún profesional, pero la verdad es que solo se acordaba la temporada que sufría las pesadillas, luego se olvidaba del tema. Esta vez, quiso poner remedio a tiempo y se estuvo varias horas en una librería eligiendo unos cuantos títulos sobre cómo evitar las pesadillas. Y como no podía con su cansancio, se sentó en una cafetería a hojear los libros.
Desparramados sobre la mesa, los libros llamaban bastante la atención y daban muestra de una grave alteración del sueño. De pronto, un tipo bastante alto se le acercó con un café en la mano y, señalando los libros, le dijo a Joana que él podría ayudarla. ¿En serio? A Joana ya le daba igual de dónde viniera la ayuda porque lo único que quería era descansar una noche, dormir a pierna suelta y despertarse por la mañana sin sentir todo ese horror de las pesadillas.
Encontrar el sueño, encontrar el amor
Así que siguió mirando hacia arriba de donde provenía la voz de aquel desconocido que iba ayudarla a dormir esperando que le escribiera en una servilleta el elixir del sueño sin pesadillas o algo así. Nada de eso. El tipo bastante alto le dijo que la acompañaba a casa y Joana, como movida por una fuerza extraña se levantó y se fueron juntos. ¿Qué estaba pasando? ¿por qué estaba llevando a su casa a un desconocido? Y qué más daba, si lo único que quería era dormir.
El desconocido bastante alto iba hablando a Joana en un tono cada vez más suave, con una musicalidad que parecía casi una nana. Y Joana no se daba ni cuenta, pero estaba cada vez más relajada en aquella conversación sobre el tiempo, o sobre las vacaciones, o sobre su trabajo. Es que no sabía muy bien de qué estaban hablando. Solo sabía que la voz de él le resultaba muy, pero que muy agradable.
A la mañana siguiente Joana se despertó a tiempo para ir a trabajar después de dormir 10 horas seguidas, sin interrupciones, sin pesadillas. Y no conseguía recordar lo que había pasado, ni la cara del tipo bastante alto. Solo recordaba su voz y cómo la suave voz la iba llevando hacia ese sueño reparador que tanto ansiaba. Y entonces se empezó a agobiar, porque no sabía nada de aquél tipo bastante alto. No sabía cómo hacer para que volviera aquel sueño de hombre.
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