Historia de amor en vacaciones: días de amor en Venecia
¿Amor verdadero en vacaciones?
Unas vacaciones en Venecia pueden ser la excusa perfecta para dar comienzo a una bonita historia de amor. Sin duda, que una relación venga avalada por un principio tan romántico y especial como es un encuentro en la ciudad de los canales y las góndolas, puede ser toda una garantía para una historia de amor con final feliz.
Conocer Venecia, conocer al amor de tu vida
Ya le había echado una ojeada en el avión. Solo fue una mirada así como de refilón porque un hombre con vaqueros, camisa negra y barba era su prototipo, su hombre ideal. Sin embargo, sabía que no era el momento para fijarse en nadie. Claudia hacía ese viaje a Venecia con un motivo muy concreto, que era comprar un exlibris a uno de los artesanos más prestigiosos de la ciudad.
Un propósito muy personal, un capricho, un sueño que tenía desde hace años y que había sido también el motivo de su ruptura. Con ese novio que no comprendía por qué iba a gastarse un dineral para comprar uno de esos sellos para identificar los libros. Que los firmara, le había dicho él. Que él no pensaba acompañarla. Y ahí acabó su relación. Pero a Claudia no le importó que cumplir su sueño le hubiera costado una pareja.
Él también se había fijado en ella en el avión. Algo más que una mirada discreta. Había observado su vestido verde, sus botas altas, pero se quedó encantado con la ilusión que desprendía su mirada. Andrés no viajaba a Venecia a cumplir ningún sueño, ni siquiera a darse un capricho. Sencillamente tenía unos días de vacaciones y fue Venecia el primer vuelo barato que encontró.
Historia de amor en Venecia
Se volvieron a fijar el uno en el otro cuando llegaron al mismo hotel. ¿Coincidencia? Necesidad. Y decidieron compartir también una sonrisa que implicaba la aceptación de lo que estuviera por venir. Nunca nadie se imaginó que empezar una historia de amor fuera tan fácil. Pero todo es más sencillo, todo es más natural cuando dejamos fluir los acontecimientos. Sin prejuicios.
Andrés escuchó encantado la historia de la compra del exlibris que siempre había querido hacer Claudia. Igual de encantado la acompañó a ver al artesano y encargó otro para él. Hasta que volvieran a recogerlos, unos días después, tenían tiempo para conocer la ciudad, sus canales, sus rincones, sus secretos. Todo fue natural. Estaban fascinados con la ciudad, estaban fascinados con su compañía, así que se dejaron llevar.
Aquellas vacaciones en Venecia, descubriendo el amor más espontáneo, dejando que un extraño pasase a ser un imprescindible, compartiendo momentos mágicos, fueron el inicio de una relación especial, basada en la naturalidad, en el deseo de estar juntos. Una relación que empezó de una forma atípica y que terminó... no sabemos cómo terminó esta historia de amor.
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