Historia de amor en sueños: encuentros de amor oníricos
Llevaba mucho tiempo sin poder dormir. Blanca se sentía sola, agobiada, cansada, era como si no pudiera más. Y es que Blanca estaba programada genéticamente para vivir en pareja, no le gustaba estar sola. Sin embargo, su última relación o, más bien, su última ruptura, la había dejado sin ganas ni fuerzas de volver a intentar vivir una bonita historia de amor.
El insomnio del desamor
Así lo había decidido. No quería más hombres en su vida. Tal vez, encuentros esporádicos, pero sin implicarse. Y disfrazaba su soltería de una condición buscada y deseada, cuando la verdad era que no tenía pareja porque tenía miedo a equivocarse otra vez. Cuánto envidiaba a todas esas amigas singles de vocación, que se sentían plenamente libres y felices. Blanca no se sentía libre, se sentía sola. Y por eso era incapaz de dormir.
Fue el bibliotecario el que le sugirió una técnica de relajación para coger el sueño cuando se presentó en el mostrador con cinco libros, todos ellos sobre cómo combatir el insomnio. Era evidente que tenía un problema. El bibliotecario dibujó algo rápidamente en un cuaderno y se lo dio a Blanca. En el dibujo se veía a Blanca disfrutando relajada en un columpio entre las nubes. Que visualizara ese momento fue lo que le recomendó el bibliotecario.
Y así lo hizo Blanca aquella misma noche. Se metió en la cama escéptica pero con un punto de ilusión que no sabía de dónde había salido. No perdía nada por probar el consejo del bibliotecario. Cerró los ojos y se imaginó en el columpio. Pronto empezó a notar el suave balanceo, en un vaivén tranquilo en el que era capaz de tocar las nubes. Y enseguida pudo respirar mejor, enseguida se sintió más tranquila, más segura. Y enseguida se durmió.
Historia de amor onírica
En cuanto se quedó dormida alguien llegó para acompañarla en el columpio entre las nubes. El bibliotecario se sentó junto a ella en el columpio, se sonrieron y se balancearon juntos dándose la mano. Las propias nubes hicieron de colchón cuando se bajaron del columpio y se fundieron en un beso húmedo y luego en un abrazo caliente. Caliente y profundo fue aquél sueño en el Blanca creyó morir de placer.
Era la primera vez que dormía en mucho tiempo. Era la primera vez que se levantaba feliz, sonriendo, relajada y descansada. A pesar del ajetreo onírico, Blanca se sentía descansada y eso se reflejaba en su cara. Sus amigas le preguntaron entre risas quién era el elegido, porque conocían bien aquella sonrisa en la cara de Blanca. Y Blanca no sabía qué decir.
Y es que ya habían pasado cinco noches desde la primera visita en sueños de su bibliotecario, que acudía puntual a su cita en cuanto Blanca se quedaba dormida entre las nubes. Cinco noches durmiendo, soñando, amando. El día que Blanca fue a devolver los libros a la biblioteca, el bibliotecario sonrió tímidamente y se atrevió a preguntar si había puesto en práctica su consejo. Funciona. Eso fue lo que contestó Blanca.
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