Historia de amor en la nieve: un viaje para sanar una pareja

Como llevaban un tiempo bastante fríos, como parecían distanciados y como había leído en alguna publicación que un viaje juntos es la mejor forma de revitalizar una pareja, Javi decidió sorprender a Emma con un romántico viaje a la nieve. El viaje cumplía todos los requisitos para curar la relación: un poco de acción esquiando, una cabaña con una romántica chimenea y deliciosos bocados a la luz de las velas. Pero como ocurre tantas veces en las historias de amor, la percepción del viaje a la nieve fue muy diferente para cada miembro de la pareja.

Romántico viaje a la nieve

Javi estaba muy satisfecho con su idea. Brillante había sido organizar ese viaje a la nieve para darle un poco de chispa a su relación, que estaba apagándose por momentos. Los últimos meses no habían estado en forma como pareja ninguno de los dos, así que había que hacer algo. Y vaya si lo había hecho. Y vaya si lo había conseguido.

Emma se sorprendió y mucho cuando apareció en casa con los tickets para su viaje a la nieve. Es que Emma ni se lo esperaba. Como tampoco se esperaba que él hubiera sido capaz de pedir cada detalle de la cabaña, con las velas, las mantas, el vino y el fuego de la chimenea. Y aquellos manjares. Todo fue tan romántico, que Emma aún tenía dificultades para creérselo.

Por una vez Javi había acertado. El viaje había resultado perfecto, para ambos, para la pareja. Se había sentido como una verdadera pareja cuando habían salido a recorrer las pistas de esquí, incluso cuando se habían perdido en el bosque. Eso son aventuras que unen a las parejas. Por eso Javi se sentía eufórico, porque el viaje a la nieve había sido una gran idea. Aunque no entendía la mirada distraída de Emma durante todo el viaje de vuelta.

Reflexiones de pareja en la nieve

Se acabó. Este viaje a la nieve le había servido a Emma para reconocer que su relación estaba acabada. Claro que costaba reconocerlo, claro que dolía y claro que podía entender la buena intención de Javi organizando ese viaje para los dos. Pero también contaba con el egocentrismo de Javi capaz de comprender que un viaje a la nieve no era lo más adecuado para reconquistarla a ella.

Porque a Emma no le gustaba esquiar, ni siquiera le gustaba la nieve. Le aburrían mortalmente las cabañas en el monte y le aterrorizaban las excursiones por el bosque. Además, esta vez, se habían perdido. No concebía la idea de pagar un dineral por bajar y subir pistas, por pasar frío, por hacerse infinidad de kilómetros en coche, por pasar frío otra vez. Y si había accedido alguna otra vez a ir a esquiar había sido para complacer a Javi.

Pero este viaje a la nieve con el objetivo de sanar las heridas de la pareja había sido demasiado. Le había demostrado que Javi nunca iba a cambiar, que las cosas se hacían a su manera y que nunca tendría en cuenta sus necesidades. Este viaje a la nieve había sido un viaje hecho a la medida de Javi. Una vez más. Pero se acabó.

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