Historia de amor con un primo: amor en familia, amor prohibido

¿Enamorarse de un primo?

Laura Sánchez, Filóloga

A Sofía no le apetecía nada acudir a la boda de su prima Esther a la que hacía más de 20 años que no veía. Pero sus padres y su hermana la convencieron introduciéndole el sentimiento de culpabilidad y haciendo que se olvidara durante un fin de semana de su máxima de no aceptar compromisos por educación. No le apetecía ir a aquella boda llena de parientes próximos y lejanos con lo que apenas tenía contacto. Así que fue de mala gana, de tan mala gana que poco se imaginaba ella que en aquél enlace iba a comenzar su gran historia de amor.

Enamorarse de un primo

Acostumbrada a ir por libre, Sofía estaba enfadada con ella misma por haber cedido a la presión familiar y dejarse vencer por las convenciones sociales. Así que el día de la boda estaba de un humor de perros y, para compensarlo, se arregló con tanto esmero que pocas veces había salido de casa tan espectacular. La verdad es Sofía iba aparecer en la boda de su prima deslumbrante.

No es extraño que todas las miradas se posaran en una Sofía, poco sonriente pero con un estilo muy sofisticado y elegante. Y se cabreó mucho más al sentir todas esas miradas, masculinas y femeninas, presintiendo que finalmente iba a ser ella el centro de atención. Su humor cambió cuando se le acercó un hombre con barba, ojos azules y de aspecto más que interesante y le plantó dos besos y un roce en la espalda como si se conocieran de toda la vida.

En efecto, se conocían de toda la vida. Era su primo Salva, al que también hacía un par de décadas que no veía y al que recordaba como un adolescente impertinente y maleducado castigado por el acné. Por suerte, el tiempo había pulido a aquél imberbe hasta convertirle en el tipo sexy que Sofía tenía delante. Por suerte la estaba sonriendo tan embobado como ella. Por suerte, también, se sentaron juntos en el banquete de la boda de aquella prima en común.

Todo queda en casa

Era evidente que Sofía y Salva conectaron desde el principio. Se rieron en la comida, tontearon en el baile y se dieron los teléfonos con la promesa de llamarse al día siguiente. Como cualquier otra pareja que empieza a flirtear. Solo que no eran cualquier pareja; eran primos. Y ninguno de ellos se paró a pensarlo. Ni en ese momento, ni más unos días más tarde cuando se acostaron juntos, ni unos meses más tarde cuando ya actuaban como pareja, ni cuando pasó algo más de tiempo y se fueron a vivir juntos.

Fue entonces cuando la familia puso el grito en el cielo. Porque hasta entonces, Sofía y Salva habían escuchado críticas, advertencias y también reproches. Que lo que estaban haciendo era antinatural, que si era un escándalo, que si no les importaba el conflicto familiar que estaban creando, que si era un amor prohibido...pero todos confiaban en que aquella relación no prosperaría. Y cuando dieron el paso de la convivencia, la bomba familiar estalló.

La mayor parte de la familia dejó de hablar a la pareja, algo que no suponía un problema ya que ninguno de los dos era especialmente familiar. No dolían los silencios, pero sí las miradas de vergüenza que notaban en algunos parientes cuando se encontraban. Ellos no estaban haciendo nada malo, eso lo sabían. Pero, ¿cómo convencer a los demás de que su amor era tan válido como el de cualquiera? Y probablemente más verdadero que el de cualquiera.

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