El 8 de junio se conmemora el Día Mundial de los Océanos, un día en el que honramos su magnificencia y belleza, pues se trata de un recurso natural muy importante que, lamentablemente, se encuentra en peligro debido a la gran contaminación existente.
Esta fecha fue establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas - ONU por sus siglas en inglés-, en el año 2008. El principal objetivo es promover gestiones sostenibles que permitan la preservación de todas las especies animales y vegetales que allí habitan.
Para rendir un homenaje a este día tan importante, en Diario Femenino te ofrecemos 11 poemas para el Día Mundial de los Océanos de lo más lindos, versos célebres que tratan sobre el mar con los que reflexionar y disfrutar a partes iguales.
En el Día Mundial de los Océanos debemos reflexionar sobre la importancia de aportar nuestro granito de arena para evitar que la contaminación de las aguas continúe en aumento. Por ejemplo, reducir al máximo el consumo de plásticos, reemplazar envases por bolsas de tela o cartón (materiales mucho más amables con el medio ambiente) y, por supuesto, evitar arrojar basura al mar y a la playa.
Todas estas acciones son muy importantes todos los días del año, pero parece esencial recordarlas cada 8 de junio con motivo de la celebración de los océanos en todo el mundo. Y, para conmemorar este día, también puedes reflexionar con estos poemas de autores célebres tan bellos que tratan sobre el océano y el mar. ¡Te encantarán!
1 Mar - Federico García Lorca
El gran Federico García Lorca (1838-1936) le da un toque mágico al mar, pues lo asocia con personajes mitológicos y mágicos, pero al mismo tiempo tiene una gran capacidad de describirlo y hacernos sentir como que estamos en él.
Mar
El mar es
el Lucifer del azul.
El cielo caído
por querer ser la luz.
¡Pobre mar condenado
a eterno movimiento,
habiendo antes estado
quieto en el firmamento!
Pero de tu amargura
te redimió el amor.
Pariste a Venus pura,
y quedose tu hondura
virgen y sin dolor.
Tus tristezas son bellas,
mar de espasmos gloriosos.
Mas hoy en vez de estrellas
tienes pulpos verdosos.
Aguanta tu sufrir,
formidable Satán.
Cristo anduvo por ti,
mas también lo hizo Pan.
2 Oda al mar - Pablo Neruda
El chileno Pablo Neruda (1904 - 1973), quien ganó el Premio Nobel de Literatura en 1971, con su poema "Oda al mar" nos relata la admiración que siente por el océano y su majestuosidad. Al leer su creación podremos entrar en contacto con los colores, los sonidos y el movimiento del océano.
Oda al Mar
Aquí en la isla el mar
y cuánto mar
se sale de sí mismo
a cada rato,
dice que sí, que no,
que no, que no, que no,
dice que si, en azul,
en espuma, en galope,
dice que no, que no.
No puede estarse quieto,
me llamo mar, repite
pegando en una piedra
sin lograr convencerla,
entonces
con siete lenguas verdes
de siete perros verdes,
de siete tigres verdes,
de siete mares verdes,
la recorre, la besa,
la humedece
y se golpea el pecho
repitiendo su nombre.
Oh mar, así te llamas,
oh camarada océano,
no pierdas tiempo y agua,
no te sacudas tanto,
ayúdanos,
somos los pequeñitos
pescadores,
los hombres de la orilla,
tenemos frío y hambre
eres nuestro enemigo,
no golpees tan fuerte,
no grites de ese modo,
abre tu caja verde
y déjanos a todos
en las manos
tu regalo de plata:
el pez de cada día.
Aquí en cada casa
lo queremos
y aunque sea de plata,
de cristal o de luna,
nació para las pobres
cocinas de la tierra.
No lo guardes,
avaro,
corriendo frío como
relámpago mojado
debajo de tus olas.
Ven, ahora,
ábrete
y déjalo
cerca de nuestras manos,
ayúdanos, océano,
padre verde y profundo,
a terminar un día
la pobreza terrestre.
Déjanos
cosechar la infinita
plantación de tus vidas,
tus trigos y tus uvas,
tus bueyes, tus metales,
el esplendor mojado
y el fruto sumergido.
Padre mar, ya sabemos
cómo te llamas, todas
las gaviotas reparten
tu nombre en las arenas:
ahora, pórtate bien,
no sacudas tus crines,
no amenaces a nadie,
no rompas contra el cielo
tu bella dentadura,
déjate por un rato
de gloriosas historias,
danos a cada hombre,
a cada
mujer y a cada niño,
un pez grande o pequeño
cada día.
Sal por todas las calles
del mundo
a repartir pescado
y entonces
grita,
grita para que te oigan todos
los pobres que trabajan
y digan,
asomando a la boca
de la mina:
"Ahí viene el viejo mar
repartiendo pescado".
Y volverán abajo,
a las tinieblas,
sonriendo, y por las calles
y los bosques
sonreirán los hombres
y la tierra
con sonrisa marina.
Pero si no lo quieres,
si no te da la gana,
espérate,
espéranos,
lo vamos a pensar,
vamos en primer término
a arreglar los asuntos
humanos,
los más grandes primero,
todos los otros después,
y entonces
entraremos en ti,
cortaremos las olas
con cuchillo de fuego,
en un caballo eléctrico
saltaremos la espuma,
cantando
nos hundiremos
hasta tocar el fondo
de tus entrañas,
un hilo atómico
guardará tu cintura,
plantaremos
en tu jardín profundo
plantas
de cemento y acero,
te amarraremos
pies y manos,
los hombres por tu piel
pasearán escupiendo,
sacándote racimos,
construyéndote arneses,
montándote y domándote
dominándote el alma.
Pero eso será cuando
los hombres
hayamos arreglado
nuestro problema,
el grande,
el gran problema.
Todo lo arreglaremos
poco a poco:
te obligaremos, mar,
te obligaremos, tierra,
a hacer milagros,
porque en nosotros mismos,
en la lucha,
está el pez, está el pan,
está el milagro.
3 El mar y tú - Amado Nervo
Amado Nervo (1870 - 1919), es un gran representante de la poesía mexicana y que con este escrito describe como es la relación entre el ser humano en sí mismo con sus deseos, esperanzas y temores con el océano.
La carrera del mar sobre mi puerta
es sensación azul entre mis dedos,
y tu salto impetuoso por mi espíritu
es no menos azul, me nace eterno.
Todo el color de aurora despertada
el mar y tú lo nadan a mi encuentro,
y en locura de amarme hasta el naufragio
van rompiendo los puertos y los remos.
¡Si tuviera yo un barco de gaviotas,
para sólo un instante detenerlos,
y gritarle mi voz a que se batan
en un sencillo duelo de misterio!
Que uno en el otro encuentren su voz propia,
que entrelacen sus sueños en el viento,
que se ciñan estrellas en los ojos
para que den, unidos, sus destellos.
Que sea un duelo de música en el aire
las magnolias abiertas de sus besos,
que las olas se vistan de pasiones
y la pasión se vista de veleros.
Todo el color de aurora despertada
el mar y tú lo estiren en un sueño
que se lleve mi barco de gaviotas
y me deje en el agua de dos cielos.
3 Soneto II: El mar, el mar y tú - Octavio Paz
El ganador del Premio Nobel de Literatura en 1990, Octavio Paz (1914-1998) quien es considerado como uno de los autores latinoamericanos más influyentes de la literatura, nos introduce en una poesía que nos describe, en muy pocas palabras, cuál es la percepción que tiene acerca del océano, sus misterios y profundidades.
El mar, el mar y tú, plural espejo,
el mar de torso perezoso y lento
nadando por el mar, del mar sediento:
el mar que muere y nace en un reflejo.
El mar y tú, su mar, el mar espejo:
roca que escala el mar con paso lento,
pilar de sal que abate el mar sediento,
sed y vaivén y apenas un reflejo.
De la suma de instantes en que creces,
del círculo de imágenes del año,
retengo un mes de espumas y de peces,
y bajo cielos líquidos de estaño
tu cuerpo que en la luz abre bahías
al oscuro oleaje de los días
5 Frente al mar - Alfonsina Storni
Alfonsina Storni (1892-1938) fue una de las representantes más importantes de la literatura argentina. Tanto es así que el escritor Félix Luna y el pianista argentino Ariel Ramirez le dedicaron la zamba "Alfonsina y el mar" que fue magistralmente interpretada por Mercedes Sosa. La vida de Alfonsina siempre estuvo plagada de dramas y desgracias los cuales plasmaba en sus poemas que, con el paso de los años, adquirieron cada vez más notoriedad. En "Frente al mar" podemos adentrarnos en la pasión y el deseo que simbolizan su amor por el mar el cual la vio partir de este mundo el 25 de octubre de 1938.
Oh mar, enorme mar, corazón fiero
de ritmo desigual, corazón malo,
yo soy más blanda que ese pobre palo
que se pudre en tus ondas prisionero.
Oh mar, dame tu cólera tremenda,
yo me pasé la vida perdonando,
porque entendía, mar, yo me fui dando:
«Piedad, piedad para el que más ofenda».
Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
ya me fatiga esta misión de rosa.
¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
me falta el aire y donde falta quedo.
Quisiera no entender, pero no puedo:
es la vulgaridad que me envenena.
Me empobrecí porque entender abruma,
me empobrecí porque entender sofoca,
¡bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.
Mar, yo soñaba ser como tú eres
allá en las tardes que la vida mía
bajo las horas cálidas se abría...
Ah yo soñaba ser como tú eres.
Mírame aquí, pequeña, miserable,
todo dolor me vence, todo sueño;
mar, dame, dame el inefable empeño
de tornarme soberbia, inalcanzable.
Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza.
¡Aire de mar!... ¡Oh tempestad! ¡Oh enojo
Desdichada de mí, soy un abrojo
y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.
Y el alma mía es como el mar, es eso,
ah, la ciudad la pudre y la equivoca;
pequeña vida que dolor provoca,
¡que pueda libertarme de su peso!
Vuele mi empeño, mi esperanza vuele...
La vida mía debió ser horrible,
debió ser una arteria incontenible
y apena es cicatriz que siempre duele.
6 El mar - Gabriela Mistral
La poetisa chilena Gabriela Mistral (1889 - 1957), nos invita a mecernos en las olas del mar y a disfrutar de la arena de la playa. En este poema se pueden apreciar ingeniosas personificaciones donde exalta la grandiosidad y majestuosidad del océano.
—Mentaste, Gabriela, el Mar
que no se aprende sin verlo
y esto de no saber de él
y oírmelo sólo en cuento,
esto, mama, ya duraba
no sé contar cuánto tiempo.
Y así de golpe y porrazo,
él, en brujo marrullero,
cuando ya ni hablábamos de él,
apareció en loco suelto.
Y ahora va a ser el único:
Ni viñas ni olor de pueblos,
ni huertas ni araucarias,
sólo el gran aventurero.
Déjame, mama, tenderme,
para, para, que estoy viéndolo.
¡Qué cosa bruja, la mama!
y hace señas entendiendo.
Nada como ése yo he visto.
Para, mama, te lo ruego.
¿Por qué nada me dijiste
ni dices? Ay, dime, ¿es cuento?
—Nadie nos llamó de tierra
adentro: sólo éste llama.
—¡Qué de alboroto y de gritos
que haces volar las bandadas!
Calla, quédate, quedemos,
échate en la arena, mama.
Yo no te voy a estropear
la fiesta, pero oye y calla.
¡Ay, qué feo que era el polvo,
y la duna qué agraciada!
—Échate y calla, chiquito,
míralo sin dar palabra.
Óyele él habla bajito,
casi casi cuchicheo.
—Pero, ¿qué tiene, ay, qué tiene
que da gusto y que da miedo?
Dan ganas de palmotearlo
braceando de aguas adentro
y apenas abro mis brazos
me escupe la ola en el pecho.
Es porque el pícaro sabe
que yo nunca fui costero.
O es que los escupe a todos
y es Demonio. Dilo luego.
Ay, mama, no lo vi nunca
y, aunque me está dando miedo,
ahora de oírlo y verlo,
me dan ganas de quedarme
con él, a pesar del miedo,
con él, nada más, con él,
ni con gentes ni con pueblos.
Ay, no te vayas ahora,
mama, que con él no puedo.
Antes que llegue, ya escupe
con sus huiros el soberbio.
—Primero, óyelo cantar
y no te cuentes el tiempo.
Déjalo así, que él se diga
y se diga como un cuento.
Él es tantas cosas que
ataranta a niño y viejo.
Hasta es la canción de cuna
mejor que a los niños duerme.
Pero yo no me la tuve,
tú tampoco, mi pequeño.
Míralo, óyelo y verás:
sigue contando su cuento.
7 Poemas al mar - Sara Búho
La joven poetisa española, Sara Búho, cuyo apellido está formado por la contracción de sus dos apellidos originales que son Bueno y Hormigo, nos relata su sentir al entrar en contacto con las olas y su movimiento. Consigue una magistral personificación del océano y conversa con él como si fuera un amigo muy querido que cura todas sus heridas.
Espérame, porque volveré.
Espérame nunca quieto,
siempre salvaje,
siempre en movimiento.
Tu caos es mi calma,
tus gigantes son mis pequeñas cosas.
No me ahoga tanta inmensidad.
Conserva sólo mis recuerdos,
que desde aquí yo los cuido
mientras te prometo que volveré.
Tú sólo guarda tu olor,
que yo ya viajo a través.
Tú sólo guarda la voz de tu sonido,
que ya hablaremos.
Tú sólo conserva la sal,
que ya veremos las heridas.
Tú sólo guarda tu arena
porque volveré
y te mostraré mis relojes,
y también que sólo era cuestión de tiempo
que me salvaras
otra vez.
9 El mar - Idea Villarino
La magnificencia del océano se ve reflejado en este poema de la escritora uruguaya Idea Villarino (1920-2009), quien nos muestra su percepción de la grandeza del mar de la cual todos alguna vez hemos sido testigos.
Tan arduamente el mar,
tan arduamente,
el lento mar inmenso,
tan largamente en sí, cansadamente,
el hondo mar eterno.
Lento mar, hondo mar,
profundo mar inmenso...
Tan lenta y honda y largamente y tanto
insistente y cansado ser cayendo
como un llanto, sin fin,
pesadamente,
tenazmente muriendo...
Va creciendo sereno desde el fondo,
sabiamente creciendo,
lentamente, hondamente, largamente,
pausadamente,
mar,
arduo, cansado mar,
Padre de mi silencio.
10 Mar distante - Pedro Salinas
En ocasiones, para disfrutar del mar solo hace falta una imagen que refleje su belleza, fragilidad y fortaleza al mismo tiempo sin que sea necesario estar en él en vivo y en directo. El escritor español Pedro Salinas (1891-1954) así lo describe en su poema "Mar distante" donde transforma al océano en algo universal que puede ser reconocido por todos los pueblos y naciones como algo propio.
Si no es el mar, sí es su imagen,
su estampa, vuelta, en el cielo.
Si no es el mar, sí es su voz
delgada,
a través del ancho mundo,
en altavoz, por los aires.
Si no es el mar, sí es su nombre
en un idioma sin labios,
sin pueblo,
sin más palabra que ésta:
mar.
Si no es el mar, sí es su idea
de fuego, insondable, limpia;
y yo,
ardiendo, ahogándome en ella.
11 A la orilla del mar - Salvador Espriu
Este poema del escritor y dramaturgo español Salvador Espriu (1913-1985) nos describe parte de su vida y de la felicidad que sentía al tener su casa a orillas del mar. En el poema se puede disfrutar de un relato claro donde abundan las metáforas, que le añaden una magia especial y única.
A la orilla del mar. Tenía
una casa, mi sueño,
a la orilla del mar
Altas proas. Por libres
caminos de agua, la esbelta
barca que yo guiaba.
Conocían los ojos
el reposo y el orden
de una pequeña patria.
Necesito contarte
qué miedo da la lluvia
en los cristales.
Hoy cae sobre mi casa
la noche oscura.
Las rocas negras
me atraen al naufragio.
Prisionero del cántico,
mi esfuerzo inútil,
¿quién me guía hacia el alba?
Junto a la mar tenía
una casa, mi sueño.
Sin lugar a dudas, todos estos lindos poemas para el Día Mundial de los Océanos son muy acertados, pues cada uno de ellos refleja fielmente el pensamiento de sus autores. Solo nos resta desearte un muy feliz Día de los Océanos y recordarte que depende de cada uno de nosotros conservar esta maravilla natural que cubre gran parte de nuestro mundo, y que incluso le da el nombre de "planeta azul" a nuestra Tierra.
Puedes leer más artículos similares a 11 poemas para el Día Mundial de los Océanos: versos célebres sobre el mar, en la categoría de Poemas de amor en Diario Femenino.