¿Un hombre mujeriego cambia? Cómo detectar a este tipo de personas

Algunas relaciones de pareja no funcionan por incompatibilidades, otras porque el amor se acaba, otras porque el proyecto común se desvanece y otras por problemas de pareja que no han podido superar. Pero la mayoría de las veces las relaciones no terminan de cuajar por las características personales de cada miembro de la pareja, porque hay tipos de personas con las que se vuelve insoportable mantener una relación. Y en esta ocasión hablamos de los hombres mujeriegos, esa tipología de hombres que está a rebosar. Nos preguntamos si un hombre mujeriego cambia, aunque antes tendríamos que aclarar el concepto. ¿Cómo detectar a este tipo de personas?

Qué es y cuáles son las características de un hombre mujeriego

Puede que hayas escuchado más de una vez a un hombre decirte: a mí es que me gustan mucho las mujeres. Te lo dice así como excusándose por algo o como definiéndose a sí mismo. Y tú al principio no le ves problema al asunto, porque te has enamorado de un hombre heterosexual y lo lógico es que le gusten las mujeres. De hecho, si no le gustasen, tú tendrías un problema porque no habría posibilidad de estar con él.

Pero es que esa frase esconde algo más, encierra un misterio que ellos mismos no han resuelto. Porque ya sabemos que le gustan mucho las mujeres pero, ¿cuánto es mucho?, ¿tanto como para pasar el resto de su vida con ellas? Y lo que es más importante, ¿qué mujeres le gustan?, ¿todas? Pues lamentablemente parece que sí, le gustan todas las mujeres del mundo mundial y además intenta tener algo con todas ellas.

Así que vamos a aclarar el concepto. Un hombre mujeriego no es un hombre al que le gustan las mujeres. Un hombre mujeriego es un hombre que utiliza a las mujeres, que las engaña, que simultanea relaciones sin el conocimiento ni el consentimiento de esas mujeres. Es un hombre inmaduro que no se decide, que no se define salvo por la cantidad de mujeres con las que se acuesta.

Cómo detectar a un hombre mujeriego

El hombre mujeriego ha existido desde el principio de los tiempos. Antes era ese marido que se casaba con una y se acostaba con todas las demás. La infidelidad era para él una forma de reafirmar su personalidad y su masculinidad y no tenía reparos en alardear de sus conquistas. Cuantas más mejor, porque así su ego subía y subía. ¡Qué frágil masculinidad la que tiene que valerse de otras personas para afirmarse!

Antes se detectaba a kilómetros al hombre mujeriego, pero ahora las cosas han cambiado. ¡Cuidado! Porque en los tiempos del amor líquido, en la era de los rollos, de los amigos con derecho a roce y de las no-parejas estos hombres pueden pasar fácilmente por personajes alternativos que han abrazo las ventajas cuantitativas del poliamor.

Pero el poliamor es otra cosa. El poliamor requiere comunicación, honestidad y consenso entre todas las partes implicadas, cosa que no ocurre con estos hombres modernos que no dudan en afirmar que ellos no tienen pareja, que son solteros, mientras tienen a más de una mujer engañada pensando que tienen una relación con ellos.

¿Puede cambiar un hombre mujeriego?

Con este panorama, el hombre mujeriego queda representado más por lo que no hace que por lo que hace. El hombre mujeriego no es un hombre soltero que se acuesta con las mujeres que puede y/o quiere. El mujeriego es ese hombre que conquista, miente, engaña y oculta. Ese hombre que calla que lo que en realidad hace es simultanear varias relaciones con mujeres que están ajenas a lo que ocurre.

¿Qué si puede cambiar un hombre mujeriego? En las películas románticas el hombre mujeriego cambia y se convierte en el hombre ideal. Pero si preguntas por la vida real, la respuesta es un NO rotundo. No pienses que vas a ser la protagonista que con tu amor verdadero e incondicional vas a conseguir cambiar a esa persona.

Porque el problema del hombre mujeriego no es con las mujeres, es un problema consigo mismo. Y mientras tenga que seguir definiéndose en base a sus conquistas y no en base a sí mismo, las mujeres seguirán siendo instrumentos de usar y tirar cuando ya no le sirvan para sus fines; o cuando hagan demasiadas preguntas.

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