Picasso: Las mujeres son máquinas para sufrir
"Las mujeres son máquinas para sufrir". Lo dijo sin piedad el genio del arte del siglo XX, Pablo Picasso. Fueron muchas las mujeres que quedaron marcadas por el carácter conflictivo, entre el cruel y tierno, del pintor que en sus 92 años de vida exploró con fascinación el alma femenina. Su obra parece presidida por una obsesión: la visión de la mujer como sexo misterioso y fascinante.
El arte de Picasso y las mujeres
Picasso fue un genio del arte, pero también tirano, gran vividor, amante infatigable de las mujeres, de la pintura y de la vida. A Picasso le gustaba explorar los límites de la sexualidad, uniendo el sentimiento de violencia elemental con la manifestación erótica.
Una de la obras más importantes de Picasso es Les demoiselles d'Avignon - Las señoritas de Avignon. En el cuadro Picasso registró su mirada implacable sobre la intimidad del cuerpo femenino, y las señoritas inspiradoras, modelos de la obra inmortal, eran prostitutas de Avignon.
Picasso era un romántico insaciable cuando se enamoraba de una mujer, pero cuanto más enamorado estaba de una mujer, más buscaba el calor de los brazos de nuevas amantes.
En el inicio de sus relaciones, las mujeres de Picasso le despertaban una gran excitación creativa. Las pintaba compulsivamente aunque, con el tiempo, las fisonomías femeninas de sus compañeras se desfiguraban, distorsionándose, incluso se rompían, a medida que la relación se prolongaba, y el amor pasional de Picasso se agotaba.
El arte de Picasso y las mujeres
Picasso y las mujeres
Picasso fue un genio del arte, pero también tirano, gran vividor, amante infatigable de las mujeres, de la pintura y de la vida. A Picasso le gustaba explorar los límites de la sexualidad, uniendo el sentimiento de violencia elemental con la manifestación erótica.
Una de la obras más importantes de Picasso es Les demoiselles d'Avignon - Las señoritas de Avignon. En el cuadro Picasso registró su mirada implacable sobre la intimidad del cuerpo femenino, y las señoritas inspiradoras, modelos de la obra inmortal, eran prostitutas de Avignon.
Picasso era un romántico insaciable cuando se enamoraba de una mujer, pero cuanto más enamorado estaba de una mujer, más buscaba el calor de los brazos de nuevas amantes.
En el inicio de sus relaciones, las mujeres de Picasso le despertaban una gran excitación creativa. Las pintaba compulsivamente aunque, con el tiempo, las fisonomías femeninas de sus compañeras se desfiguraban, distorsionándose, incluso se rompían, a medida que la relación se prolongaba, y el amor pasional de Picasso se agotaba.
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