La muerte del mito de Romeo y Julieta

Saúl C. Montaño Quintanilla
Si en un día de desequilibrio hormonal, acabas blasfemando que has encontrado mi otra mitad, que no puedo vivir sin él, despierta y acuda a un psiquiatra antes que entre en estado crítico. La probabilidad de que exista una persona perfecta para cada una de nosotras es nula, un sueño. Olvídate del mito de Romeo y Julieta, porque eres una persona entera, completa, que no necesitas ni te hace falta otra mitad.

Romeo y Julieta

Soñamos apasionadas con la pareja ideal. Idealizamos por completo a un hombre imaginario, su personalidad, cultura, dedicación, protección... Solo nos falta la foto para poner en una moldura como el retrato de nuestras vidas. Y lo peor de esta actitud es que pasaremos años de nuestras vidas intentando acoplar, sin éxito, a muchos hombres en este formato idealizado.

De tanto insistir, un día nos convenceremos, que ÉL, el hombre de mi vida ha llegado. Románticas, queremos una casa en la playa, orgasmos múltiples, cenas a luz de velas... Sin embargo, con el paso del tiempo, la verdad resucita delante de nuestras narices. ¿Es el hombre de mi vida este ser egoísta y cambiante? Protestas desilusionada y él no te miente: Siempre fui así. Tú sí que eres la insoportable. La cretina eres tú que intentas transformar a un hombre de carne y hueso en un Romeo idealizado.

Dejemos de lado a Shakespeare, el mito de Romeo y Julieta ha muerto. Las relaciones enfermizas, infelices y neuróticas son buenas únicamente para los culebrones de la televisión. No debemos abrazar con ingenuidad mitologías de la antigüedad de la educación machista. Somos libres para tener y buscar relaciones que nos hagan sentir de bien con la vida. Si matamos a nuestro Romeo, es muy probable que nuestras relaciones con los hombres de verdad, con todo de bueno y malo que eso significa, sean más positivas.

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